Política
Dimisión por imputación
«Nadie en ese espacio político tan pretendidamente feminista le ha dicho todavía a la menor abusada ‘’hermana, yo sí te creo’'»
A lo largo de los años, en España se ha asentado la tradición de dar por condenado a un político imputado sin que haya tenido tiempo de prestar su primera declaración ante un juez. Incluso se ha normalizado considerar culpable a un político imputado, aunque sea capaz de demostrar su inocencia. Si está imputado, está condenado. Es injusto y antidemocrático, si coincidimos en que uno de los fundamentos de las sociedades occidentales libres es, precisamente, que todo ciudadano es inocente mientras un juez no considere probado que es culpable.
En los años 80 y 90 se extendió el debate sobre la conveniencia de que un político imputado dimita de sus cargos. No hubo unanimidad. Pero la proliferación de casos de corrupción, unida a la crisis financiera, hizo que aflorara el movimiento del 15M. Sus beneficiarios políticos obtuvieron resultados electorales muy destacados y consiguieron establecer la doctrina de «dimisión por imputación»: un político imputado no tenía más opción que dimitir o ser destituido. Hoy, pasados los años, hemos descubierto la letra pequeña de esa doctrina: un político imputado tendrá que dimitir o ser destituido, salvo que sea uno de los nuestros, como en el caso de Mónica Oltra.
«Cuando nos tocan a una, nos tocan a todos», ha sentenciado Joan Baldoví, asumiendo de forma inconsciente el riesgo de que su fuerza política, Compromís, parezca una secta. A partir de ahora, Baldoví va a tener algunos problemas para presentarse a sí mismo como el diputado que puede dar lecciones de ética política a los demás, desde la tribuna del Congreso. Ya no.
El asunto que afecta a Mónica Oltra tiene como protagonista a una menor y, como consecuencia, es gravísimo. Pero Oltra debe ser considerada inocente mientras un juez no dictamine lo contrario. Sin embargo, en el ámbito político, ese «Mónica, yo sí te creo» se debilita cuando nadie en ese espacio político tan pretendidamente feminista al que pertenece, le ha dicho todavía a la menor abusada «hermana, yo sí te creo». Por el contrario, se han puesto a bailar delante de las cámaras, incluida Mónica Oltra, como si esto fuera divertido. Es difícil quererse menos.
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