Medio Ambiente

Robots sobrehumanos

Cuando la Inteligencia Artificial supere a la de las personas, tendremos un problema si sus valores no están alineados con los nuestros

Ya nadie duda de que en un futuro no lejano la Inteligencia Artificial ( IA ) superará a la Inteligencia Humana. Según la ley de Moore, las computadoras duplican su memoria cada 18 meses, pero con la llegada de la computación cuántica esas cifras se van a reducir a la nada. De modo que en unas decenas de años a lo sumo, se habrá llegado a lo que el matemático Irving Good llamó “singularidad tecnológica”, es decir, el momento en que la IA sobrepasará a la del hombre, llegando a tener conciencia propia y tanta autonomía que será capaz de encontrar la manera de evitar que los humanos la puedan “desenchufar”. En ese estadio, que sin la menor duda se producirá, decía Stephen Hawking que " tendremos un problema si los objetivos de los robots no están alineados con los nuestros”.

En su libro “Preguntas y Respuestas Breves”, Hawking definió la creación de la IA como “el mayor acontecimiento de la Humanidad en su historia”. Así es, y lo será aún más cuando se logre esa “singularidad”. Las máquinas son ya hoy capaces de hacer casi de todo. En un restaurante de Singapur, los camareros son robots. Hay tiendas en Australia en las que no hay empleados ni cajeras: solo computadoras inteligentes. Ya existen robots policías y soldados robots ( el 25 por ciento de los soldados británicos lo son ) y cantantes, conductores, médicos y periodistas autómatas. En las grandes agencias de noticias cada vez una mayor parte del trabajo lo realizan máquinas. Inevitablemente, un soldado robot va a tener que contar con autonomía para, en situaciones de aislamiento, decidir por su cuenta si mata o no a sus enemigos ( hombre o máquina ). Especialistas en IA aseguran, de hecho, que la creación de las criptomonedas, a través del Blockchaim, es una obra autónoma de la Inteligencia Artificial. Estaríamos ya en algunos casos al menos, sobre todo en el ámbito espacial o militar, bordeando esa singularidad.

La primera ciudad 2030 del mundo se está construyendo en Arabia Saudí y se llama Neom. Amén de eco saludable, será sobre todo una smart total. El trabajo lo realizarán las máquinas. Los vehículos serán autónomos, los taxis serán drones, y no habrá camareros ni policías ni ningún trabajador que no sea robot. E intentarán que los humanos sean ya allí “transhumanos”, o sea, hombres, mujeres o seres binarios conectados a la nube a través de tecnologías como la que preconiza Elon Munk en su proyecto Neuralink. Todo esto puede funcionar o ser un fracaso, pero es el proyecto en el que trabaja a destajo Arabia Saudí bajo el auspicio del Foro Económico Mundial, financiado por los grandes fondos de inversión y las empresas más desarrolladas tecnológicamente del globo.

Elon Musk ya ha explicado que en ese escenario está por definir el papel de los humanos, y que inevitablemente habrá que fijar un salario universal para las personas, dado que no tendrán actividad laboral. El papa Francisco también se ha manifestado a favor de ese “sueldo global”, que lógicamente no será en dinero, puesto que como tal desaparecerá, sino en activos digitales que iremos consumiendo de acuerdo con nuestro comportamiento ciudadano.

Todo esto parece política ficción, y lo sería si no fuera por el hecho de que personas tan distinguidas como Klaus Schwab, Bill Gates o el propio Musk se refieren a ello con frecuencia en sus disertaciones públicas.

También hablan del “avatar”, término que ahora suena a muñeco pero que será en realidad una copia nuestra en máquina “con piel humana” como la que han descubierto científicos japoneses. Ese avatar de IA será infinitamente más inteligente que nosotros, eternamente joven y no morirá nunca (a eso lo llaman Muerte de la Muerte). Estará por ver entonces, de acuerdo con lo que decía Hawking, si los objetivos de esos avatares autómatas están alineados con los nuestros, o si por acaso deciden dejar de ser esclavos tecnológicos de sus amos humanos para pasar gobernar nuestras vidas y la del mundo.

Ficción, realidad o pesadilla.