arte

El hotel cero estrellas de Suiza

«Dos artistas han creado una suite anti-idílica en una gasolinera»

Una mullida cama blanca, cómodas almohadas, mesillas de diseño... A primera vista, podría ser una confortable habitación de hotel. Salvo que no tiene paredes ni techo y se puede ver su desconcertante ubicación, una gasolinera de carretera en Saillon, al sur de Suiza. Mientras coches, motos y hasta tractores repostan en esta localidad de Valais, una pareja -o un individuo- puede desde el 1 de julio y hasta el próximo 18 de septiembre disfrutar de su peculiar estancia. Esta situación «anti-idílica» es la última creación artística de los gemelos Frank y Patrik Riklin, famosos por su concepto de hoteles de cero estrellas. En esta nueva apertura de su ya célebre «Null Stern Hotel», han añadido una cuarta y provocadora habitación a las tres que tienen al aire libre en un viñedo y con vistas a las montañas. «Es desconcertante, pero queremos conseguir que los huéspedes piensen, reflexionen y ¿quién sabe?, igual hasta les despertemos algo», augura Patrik. Su hermano Frank asevera que desde que empezaron con su primer hotel de cero estrellas, un búnker nuclear en 2008, tras la crisis económica de entonces, sus creaciones siempre han ido de la mano del contexto social y económico en el que vivimos: el cambio climático, la sostenibilidad, la desglobalización, la idea de que pasar tiempo con uno mismo sea un lujo, la necesidad de aire puro...

«El culmen de la industria de la ostentación llegó en 2009 con la inauguración en Dubái de un hotel de siete estrellas, que el nuestro sea de cero, es transgresor», continúa Patrik. Tras los confinamientos por el coronavirus, las habitaciones sin muros son ahora de lo más codiciadas. «Es la confirmación de algo que ya vislumbramos en 2020», afirma Frank. «Con la guerra de Rusia en Ucrania y la gasolina subiendo, puede que sea de las únicas veces que se pueda pernoctar en una gasolinera, podrían dejar de existir», augura Patrik. Incluso apunta a que posiblemente a final del verano los letreros rojos iluminados con el precio del combustible se dupliquen por el conflicto bélico en Europa. Lo cierto es que la energía está en boga.

Ambos están satisfechos de tener lista de espera y hasta más de 6.000 personas dispuestas a pagar 322 euros por pernoctar. «Pero eso no es lo que nos motiva, sino crear una especie de cóctel y agitar el día a día de la sociedad». Aunque a lo largo de la conversación se consideren contradictorios, hay algo en lo que sí predican con el ejemplo: poseen tiempo para hablar y les enorgullece a lo que se dedican.