Opinión

Las confesiones de Abascal

En la primera entrevista de Abascal después de las elecciones andaluzas, dice más entre líneas que explícitamente. Aunque su discurso principal se centra en defender el resultado de Vox, sus respuestas rezuman frustración. Por otro lado, la negativa a devolver a Olona a la política nacional, condenándola a ejercer de subalterna en la oposición, es un castigo al cabeza de turco.

Olona contaba con la enemistad del matrimonio Monasterio-Espinosa de los Monteros, que se opusieron desde el primer momento a su candidatura, pero desde su fracaso el 19J, también ha perdido el apoyo de Abascal.

Su campaña ha sido pésima, histriónica y agresiva. Ha espantado a parte de sus electores potenciales y, sobre todo, ha movilizado mucho voto de rechazo hacia el PP, convirtiéndolo en el partido del voto útil.

Ha habido tantos errores que es la primera vez que el líder del partido hace una autocrítica cuando afirma que en Vox «deben explicarse mejor», lo que nos da una idea de cómo se han truncado los objetivos de la formación ultra.

Las aspiraciones de la extrema derecha habían crecido tanto que se creían en condiciones de llegar a ser primera fuerza política nacional en un futuro a medio plazo.

Un resultado en Andalucía que les hubiese situado en posición de doblar el brazo a Feijóo era fundamental. Por el momento, sus planes se han derrumbado, pero es de esperar que su esfuerzo inmediato se centre en atacar al PP.

Veremos qué hacen de aquí a las elecciones municipales y autonómicas del próximo año y qué resultados les reporta. En función de lo que ocurra, estarán preparados para el asalto final en las elecciones generales o no.

De momento, algo ha cambiado en la política española. La errada estrategia sanchista de confrontar con ellos, lejos de darle réditos electorales ha colocado a los populares como receptores del rechazo a Vox. El fenómeno podría mimetizarse en otros territorios, pero ello dependerá de la línea que sigan tanto Feijóo como el PSOE.

El gallego ha dado instrucciones a sus candidatos de que afronten todos los procesos electorales como si fuesen alcaldes que defienden su plaza. En principio, eso les otorga ventaja sobre los socialistas, que saldrán a pelear con la misma consigna pero con un lastre a sus espaldas que se llama Pedro Sánchez.

Es momento de sentido común, porque las derrotas en política nunca son definitivas, y la de Vox mucho menos.