Opinión

La caperuza roja de Díaz

Yolanda Díaz mostró fuerza en el acto del fin de semana. El lugar elegido, “el Matadero”, constituye todo un mensaje a los navegantes contra los que, va consiguiendo sus objetivos.

Ha pactado con Errejón, para disgusto de los podemistas. Organizó el acto de Valencia junto a las dos Mónicas y, terminó por doblar el brazo a Iglesias en las elecciones andaluzas.

También consiguió que en la de presentación de “Sumar”, no hubiese representantes políticos de los partidos, a excepción de su mano derecha, el líder del PCE.

En poco tiempo, ha definido un perfil propio e independiente. Se ha ido subiendo sobre los hombros de quién le ha ido interesando en cada momento, con el propósito de organizar un movimiento de corte populista, capaz de recoger el voto de izquierdas despechado con PSOE y Podemos.

Una marea que Díaz diluye convenientemente en la quimera de las organizaciones sociales, para ejercer un férreo control de todo el proceso desde aquí hasta el día de las elecciones.

El PCE, en los años ochenta, como consecuencia de las crisis internas, perdió varios cientos de miles de votos. Solo en tiempos de la famosa pinza Aznar-Anguita, recuperó un poco de fuelle.

El PCE, a pesar de ser la principal organización de IU, fue cediendo protagonismo a otros pequeños aliados en la coalición. Lo peor vino cuando la propia IU fue absorbida en una OPA hostil por Pablo Iglesias y Podemos.

Cuando todo parecía perdido, ha surgido una oportunidad para los comunistas. Díaz consiguió estar en el momento adecuado y ser ministra. Lo aprovechó hasta el punto de ser candidata de Podemos no podemista.

No conformándose con eso, su siguiente paso fue alejarse del control que Iglesias y Belarra habían diseñado. Se ha enfrentado, a su manera de pellizcos de monja, con ellos para terminar por anular la influencia pública de los dirigentes morados.

Su estrategia ha sido como la de los aqueos aguardando en el caballo de Troya hasta el momento preciso.

Podemos ha entrado en desgracia y Díaz ha sabido mantener la distancia, dándoles la puntilla. También sabe usar a Sánchez. Entre sonrisas y reproches, ha convencido al socialista de que si a ella le va bien a él también, cosa que no le impide recrearse en el disenso para cumplir con su electorado.

Puede dar un considerable mordisco al PSOE, porque detrás de la caperuza roja, está el lobo hambriento y dispuesto a todo.