Debate Estado Nación

Desdoble de personalidad

Sánchez ganó el Debate de la Nación, Moncloa dixit. Se zafó robando el discurso a Yolanda Díaz. Sientan bien en la izquierda los impuestos a los bancos y a las eléctricas y mucho más en los momentos de facturas impagables de luz y de subidas de los tipos de interés.

Incluso en algún momento, parecía que el líder socialista iba a pedir el ingreso en “Sumar”, pero allí parece que ya tienen líder.

Desde ese punto de vista, ganó el debate porque, a Podemos, le quedaron pocos argumentos para quejarse de las medidas anunciadas y, mucho menos, para romper el gobierno de coalición en lo inmediato.

Sánchez desempolvó el discurso más agresivo contra el establishment, exactamente el que había olvidado desde las elecciones primarias contra Susana Díaz.

Además, en el PP se notó que Feijóo no pudo intervenir y, aunque Génova había elaborado un sólido discurso y Cuca Gamarra lo llevaba bien aprendido, no se atrevió a cambiar el paso ante la inesperada intervención del socialista. Por tanto, Sánchez ganó ante lo que tenía enfrente.

Pero una cosa es ganar en el hemiciclo y, otra, hacerlo en la calle. Cada vez cuesta más seguir al líder socialista, puede pasar de una posición militarista y proatlántica, como solo se había visto en Aznar, a mirar para otro lado con las muertes de Melilla, o de arremeter en el seno del Consejo de Ministros contra Yolanda Díaz en plena discusión de la reforma laboral a subirse encima de un cajón y arengar contra el poder capitalista de las corporaciones.

Sánchez es impredecible o, mejor dicho, para saber lo que va a decir o a hacer, hay que analizar cuáles son sus intereses en cada momento determinado. Nadie sabe cuales son sus ideas, ni siquiera si realmente las tiene.

En 2003 era un hombre entregado al “No a al Guerra”, en 2022 es el primer líder europeo más favorable a la intervención militar. Hasta 2016, era un moderado centrista, ahora, se ha hecho dueño del programa podemista.

Ha pasado de llegar a un acuerdo de gobernabilidad con Albert Rivera en 2017, a solo aceptar socios nacionalistas, independentistas y populistas. Sánchez hace una cosa y la contraria.

Serán interesantes los próximos estudios electorales que se realicen para comprobar hasta qué punto la sociedad española acepta los cambios de personalidad del presidente, de momento, solo sabemos que la bolsa se ha desplomado, la inflación y la factura del gas seguirán subiendo después del debate.