Matrimonio

Matrimonio = prostitución

La antigua bobada de Simone de Beauvoir ha sido repetida por pseudofeministas, hasta hoy

En su pretendidamente infinita bondad, los socialistas han decidido que, como la prostitución está mal, hay que prohibirla, y ya está. Como siempre, no solo quieren acabar con la Iglesia, sino sustituirla, y se olvidan de que Dios Nuestro Señor no es partidario del pecado, pero tampoco de prohibirlo.

La fatal arrogancia progresista, la fantasía de creer que el mundo se arregla mediante la coacción política y legislativa, no puede ocultar que el verdadero desenlace de los antiliberales de todos los partidos es socavar las instituciones de la sociedad libre. Un clásico es acabar con el matrimonio, suprimiendo limitaciones y ataduras, y pulverizándolo como si fuera una opresión de la cual es menester que los héroes del pueblo lo liberen de una vez.

Una forma habitual de atacar el matrimonio es asimilarlo a la prostitución, y no a la ejercida libremente, sino a la forzada. Esto identifica el matrimonio con las demás relaciones sociales, siempre interpretadas por la izquierda como forzadas. Los socialistas nunca retratan a la sociedad como el marco de cooperación de mujeres y hombres, sino como la amenaza de engaño y explotación, que reclama la urgente intervención del Estado que recortará cada vez más derecho y libertades, siempre por el bien de la gente, porque no se nos puede dejar solos.

La antigua bobada de Simone de Beauvoir ha sido repetida por pseudofeministas, hasta hoy. Así, pude leer a una destacada filósofa catalana, doña Laura Llevadot, empalagosamente entrevistada en El País, que declaró: «Nuestra sociedad se ha estructurado sobre la prostitución. Las mujeres se han prostituido en los matrimonios y sin cobrar: tú te casabas para que alguien te mantuviese, a cambio le dabas favores sexuales, descendencia y no hacías el amor siempre que quisieras. Esto era lo normal. Empecemos a reconocer que eso ha sido estructural para todas». El periódico señala que la famosa pensadora «aborda en su nuevo libro cómo reconstruirse cuando se ‘’mata’' al fascista al que han amado y adorado tantas mujeres».

Lo interesante de este fabuloso camelo, que distorsiona totalmente una institución que ha sido clave para consolidar el respeto y la libertad de las mujeres, es que apenas oculta el desdén que las elites progresistas sienten hacia la población femenina. Por cierto, se parece mucho al que siempre han experimentado hacia la clase trabajadora.