Nadia Calviño

El mensaje secreto de la banca a Calviño

En Bruselas hay miedo al efecto contagio en otros países, y que los intereses de partido de Sánchez pueden ser contraproducentes con los intereses nacionales

Los bancos le leyeron el viernes la cartilla al Gobierno. Y aunque en la coalición haya mucha prisa por poner en marcha el nuevo impuesto anunciado por el presidente Sánchez en tiempos convulsos para el PSOE, como se cumplan las advertencias que le hicieron a la vicepresidenta Nadia Calviño, el problema lo tendremos los españoles, y no los «poderosos», como cuentan desde el Ejecutivo.

Fuentes asistentes a ese cónclave del viernes cuentan que el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, dejó claro a la vicepresidenta, por si se le había pasado por alto, que el Banco Central Europeo (BCE) tendrá que revisar la nueva tributación que saque adelante la mayoría de investidura, sin consensuar con las entidades financieras, para valorar el riesgo que puede suponer para el sistema financiero español. De Cos, al que la izquierda intenta desgastar para tapar las verdades que no quieren escuchar, explicó que en un contexto lleno de incertidumbres hacen falta entidades financieras fuertes para hacer frente a lo que se nos viene encima, y resaltó que deberíamos haber aprendido la lección de la crisis anterior.

El PSOE ha optado por el camino más rápido para la tramitación parlamentaria de este impuesto, convencido de que, pase lo que pase, le puede ser útil para estimular a ese votante de izquierdas que muestra síntomas preocupantes de cansancio con la coalición.

Ahora bien, Calviño debe haberle contado al presidente este fin de semana que los argumentos de las entidades financieras dan sentido a la oposición que hasta anteayer el propio Sánchez mostraba hacia esta reforma legislativa. El rechazo del sector fue rotundo, y justificado en argumentos como el de que en etapas de turbulencias, los cambios pueden afectar a la liquidez del crédito y también a la competitividad internacional de nuestros bancos. La vicepresidenta sabe, además, que en Bruselas hay miedo al efecto contagio en otros países, y que los intereses de partido de Sánchez pueden ser contraproducentes con los intereses nacionales. Pero ya ni ella le lleva la contraria al presidente del Gobierno no vaya a ser que caiga en desgracia como otra ministra a la que Sánchez ha sacado de su círculo de confianza, pero mantiene en su Gabinete sólo por aquello del «qué dirán».