Pedro Sánchez

La desafección

Estamos ante un presidente borroso, con una trayectoria zigzagueante, que ofrece un relato contradictorio con aire prepotente

Dice María Jesús Montero, la recién colocada en el escaparate como número dos del PSOE, que su tarea consiste en luchar contra la desafección hacia el partido y hacia su jefe, que se observa en las encuestas y en la calle. Se trata de intentar la remontada ahora que entramos ya abiertamente en tiempo electoral. Es lo que pretende Pedro Sánchez con los últimos cambios, o lavado de cara, antes de irse de vacaciones y de acometer a la vuelta un probable reajuste de Gobierno. Se trata de cambiar la tendencia del electorado, cada vez más inclinado hacia el Partido Popular de Núñez Feijóo, una tendencia que parece incontenible y que al actual inquilino de La Moncloa le parece incomprensible, dado su denodado trabajo «progresista» en favor de los españoles. El «síndrome de La Moncloa» consiste, como se sabe, en vivir fuera de la realidad, metido en una burbuja, que forman en torno suyo los servidores incondicionales. Sobre esto hay un ensayo magistral de Magnus Enzensberger.

La desafección, según el diccionario de la RAE, consiste en no tener estima por algo o mostrar hacia ello desvío o indiferencia. En la acepción más extrema se llega a la malquerencia. Es lo que está ocurriendo con el presidente Sánchez y con el «sanchismo». Y eso, a estas alturas, tiene mal arreglo por mucho que se esfuerce la andaluza Montero y el nuevo equipo dirigente en recuperar el afecto ciudadano. Antes de nada deberían analizar por qué ocurre esto. Y eso salta a la vista. Estamos ante un presidente borroso, con una trayectoria zigzagueante, que ofrece un relato contradictorio con aire prepotente. Un día aparece en el escaparate de la OTAN más militarista que nadie después de haberse mostrado partidario de suprimir el ministerio de Defensa. Otro día jura y perjura que nunca pactará con Bildu, y luego, ya ven. Asegura que tener a Pablo Iglesias en el Gobierno le quitaría y el sueño, como al 99 por ciento de los españoles, y luego lo hace vicepresidente. El zigzagueo con los secesionistas catalanes condenados es escandaloso. Y así sucesivamente. Javier Esparza, el presidente de Unión del Pueblo Navarro, ha declarado en «El Debate» que «el deterioro del PSOE se inicia cuando Sánchez permite un Gobierno con Bildu en Navarra». Podría ser. Muchos achacan la desafección a la «podemización» del PSOE bajo su mandato.

Estas cosas no se arreglan con nuevos equipos y agresivas campañas de propaganda. Lo peor que le puede pasar a un gobernante es perder el crédito político y la estima o el afecto de los ciudadanos. Eso es irrecuperable.