El desafío independentista

Cataluña y el Valle de los Caídos

Serán algo más que cortinas de humo ante una explosiva situación económica que puede provocar fuertes reacciones sociales en otoño

Entre las asignaturas políticas pendientes para septiembre figuran dos asuntos que amenazan con generar una especial conmoción: Cataluña y el Valle de los Caídos. Serán algo más que cortinas de humo ante una explosiva situación económica que puede provocar fuertes reacciones sociales en otoño. La rebelión ante el ahorro de energía por decreto no es más que un adelanto del creciente malestar ciudadano. La gente de la calle y el mundo de los negocios están más con Isabel Díaz Ayuso, tan ridículamente denostada y caricaturizada por la izquierda, que con el presidente Sánchez. El empeño en resaltar las diferencias de estilo con Feijóo -enriquecedoras en un partido de amplio espectro como es el PP- se vuelve contra los promotores de semejante simpleza y hace que aumente la popularidad de la presidenta madrileña.

Distintas fuentes fiables muestran su convencimiento de que en la llamada «mesa de diálogo» entre la Generalidad de Cataluña, en manos de ERC, y el Gobierno se está tramando el acuerdo para la celebración de un referéndum consultivo, en el que el pueblo catalán exprese abiertamente su posición en torno a la independencia. No tendría carácter resolutivo, que sería claramente anticonstitucional, pero abriría una brecha muy peligrosa, fuera cual fuere el resultado. En La Moncloa confían en que, a la luz de los últimos sondeos, triunfaría el no a la secesión y esto pacificaría, una vez «desjudicializada», la conflictiva situación política en esa comunidad. Hacia eso se va, según se cree. Las consecuencias de tal decisión en el voto de los españoles serían probablemente demoledoras.

El otro asunto especialmente sensible, por razones distintas, que se baraja en La Moncloa, es convertir la basílica del Valle de los Caídos y su entorno en un espacio civil sin connotaciones religiosas ni huellas del antiguo régimen, exhumando de entrada los restos del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, víctima de la República, y expulsando a los monjes benedictinos. Incluso se quiere recuperar el primitivo nombre de Cuelgamuros, y hay quien propone destruir la gigantesca cruz, la más grande del mundo, que domina el hermoso valle. Esto provocaría una profunda herida en el alma de muchos españoles. Ahora mismo se están recogiendo firmas para frenar los planes del Gobierno, dirigidas a la presidenta de la Comunidad de Madrid para que declare el conjunto del Valle «Bien de Interés Cultural», con protección especial.

Tanto la gestión del delicado asunto del Valle de los Caídos como el alcance de los acuerdos con la Generalidad de Cataluña marcarán seguramente el final del «régimen sanchista».