Incendios

Arrasando

No defender nuestro medio ambiente y permitir que la madre naturaleza sea objeto de agresiones o, directamente, arrasada, es algo que ya estamos lamentando

El fuego sigue arrasando hectáreas de monte que tardarán en regenerarse. Continúa la alerta en Castilla y León, Galicia y Extremadura.

Tristemente no es un verano más. Estará dramáticamente marcado por esos innumerables fuegos que han destruido gran parte de nuestros verdes paisajes.

La crisis del agua, agudizada de forma inquietante, ha venido acompañada por los múltiples incendios que han arrasado pavorosamente miles de hectáreas.

No es algo nuevo, jamás olvidaremos a los 11 integrantes del retén de Cogolludo, que murieron hace 17 años cuando trabajaban en el incendio forestal de Riba de Saelices (Guadalajara). Ni por supuesto a las dos personas que han perdido la vida este año en Zamora por el fuego que todo lo arrasa.

Hectáreas de árboles, naturaleza y vida se han quemado como si de algo fácilmente renovable se tratase. Parece que los avisos de los ecologistas se hacen tristemente realidad. La terrible y amenazadora sombra de la desertización se vislumbra cada vez más cerca.

Pero la acción del hombre es a veces insensata y arrasadora, por dos motivos. El primero es no pensar en las consecuencias, algo que se puede estar lamentando tristemente de por vida. Y el segundo gran motivo que lleva al ser humano generalmente a equivocarse es dejarse llevar por esos instintos que hay que aprender a controlar. Sobre todo cuando se trata de cuidar algo que nos pertenece a todos.

La desertización es uno de los grandes problemas ambientales de la actualidad. Más de un cuarto de la península ibérica sufre un alarmante estado. Sobre todo en la España seca, la mitad sur, se dice que habrá más sequía.

Estamos concienciados de no malgastar energías, especialmente desde que nos tocan el bolsillo, pero la indiferencia y, peor aún, el desprecio a la naturaleza, pasa factura.

No defender nuestro medio ambiente y permitir que la madre naturaleza sea objeto de agresiones o, directamente, arrasada, es algo que ya estamos lamentando.