Partido Popular

Sembradores de cizaña

Utilizan una frase o una palabra sacada de contexto para armar el alboroto. Magnifican simplezas y hacen que prendan en las redes sociales y en los demás medios…

Desde el Gobierno y sus servidores mediáticos llevan un tiempo intentando provocar la discordia en el Partido Popular. Para ello se inventan desacuerdos inexistentes, aprovechando las distintas maneras de manifestarse unos dirigentes y otros. Se fijan sobre todo en los gestos y las expresiones del presidente del partido, Alberto Núñez Feijóo, y la presidente de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Sacan punta a detalles insignificantes y ocultan las muestras patentes de entendimiento y armonía entre ellos. Interpretan los dimes y diretes como les conviene. Utilizan una frase o una palabra sacada de contexto para armar el alboroto. Magnifican simplezas y hacen que prendan en las redes sociales y en los demás medios… Esta actividad encizañadora, que ha pretendido también reabrir heridas con la anterior dirección, la de Pablo Casado, perfectamente cicatrizadas, se ha incrementado desde que han visto que el Partido Popular, de la mano de Feijóo, sube imparable en las encuestas. La consigna procede directamente de Pedro Sánchez, lo que da idea de su categoría política.

Encizañar, o sea sembrar o meter cizaña, viene de antiguo. Es un instinto malvado, que se alimenta de la envidia y de los demás pecados capitales. En España es un vicio nacional. Deriva en el cainismo. El encizañador acostumbra a actuar con nocturnidad y alevosía. Jesús de Nazaret lo describió bien en una de sus parábolas: «Un hombre sembró en su campo buena semilla; pero, cuando estaba dormido, un enemigo suyo esparció cizaña entre el trigo». Es lo que pasa frecuentemente en la política. Si un político se queda dormido, se confía y deja de estar alerta, se expone a que le siembren cizaña en su campo. Algo de eso le pasó a Mariano Rajoy. En los partidos, en las familias y en cualquier institución u organización, sembrar cizaña es sembrar división. Las divisiones internas conducen a los partidos a la derrota en las urnas. De ahí el empeño de Sánchez y los suyos en pregonar y, si es posible, provocar divisiones en la formación que aspira razonablemente a ganar las próximas elecciones.

Una de las razones, no menor, de las buenas perspectivas electorales del Partido Popular hoy, es precisamente su cohesión interna, con un liderazgo claro, indiscutido y poderoso. Después de agitadas etapas de la derecha o del centro-derecha caracterizadas por las divisiones y la disgregación –así sucumbió estrepitosamente UCD–, asistimos ahora a la unificación y el reagrupamiento, la vuelta a la casa común. Nunca, que uno recuerde, ha habido menos voces disidentes en el Partido Popular. Así que esta vez no lo tienen fácil los encargados se sembrar cizaña.