Gobierno
Pasito a pasito, contra la transición
Todo es mentira, y por eso requiere mucha propaganda, que es lo que la izquierda sabe hacer
A propósito del libro de Daniel García-Pita Pemán, que reseñamos aquí el domingo pasado, subrayamos el siniestro papel de la izquierda en la llamada memoria histórica, cuyo objetivo es utilizar las heridas de nuestro pasado para la promoción política en el presente. En esa maniobra se inscribe el ataque a la transición democrática.
La maniobra es arriesgada, porque el pueblo español ha dado innumerables muestras de afecto hacia ese importante hito de nuestra historia política del último siglo, y, por tanto, puede reaccionar negativamente. Sin embargo, la lógica de la operación es sólida y parte de la base, de carácter general, de la debilidad registrada en el abanico de la izquierda tras la caída del Muro de Berlín y las grietas abiertas en el Estado de bienestar. A escala de nuestro país, la debilidad queda suficientemente ilustrada con el llamado Gobierno Frankenstein, la única posibilidad que tuvo el socialismo de volver a La Moncloa.
Sánchez, que es la prolongación de Zapatero, el iniciador de la maniobra, revela la precariedad del PSOE, y su entramado de socios y apoyos en la legislatura sugieren que la estrategia política socialista es insostenible si al mismo tiempo se defiende la transición democrática y la Constitución –incluida la institución que tanto las promovió: la Corona–.
En cambio, erosionándolas, la izquierda facilita la prolongación del modelo Frankenstein, a la vez que procura empujar a la derecha hacia la esquina franquista de la historia. La operación requiere la demonización constante del franquismo, y la identificación incesante de la derecha con el franquismo, y de la izquierda con la democracia y con Europa.
Pero, ¿cómo librarse de la transición y de la Constitución? Alegando que no hubo realmente democracia entonces, porque el omnipresente franquismo impedía su pleno desarrollo. Sólo la izquierda, y, en concreto, el socialismo de Zapatero y Sánchez, es realmente demócrata y antifranquista.
Todo es mentira, y por eso requiere mucha propaganda, que es lo que la izquierda sabe hacer. Lo que veremos, a nivel político, académico y periodístico, es el ataque a la transición y también a sus antecedentes. Se nos insistirá, contra toda evidencia, que la política franquista fue siempre idéntica, y que, por ejemplo, la liberalización y la apertura en las dos últimas décadas de la dictadura, en realidad nunca existieron.
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