Guerra en Ucrania

¿Cuánto aguantará Occidente?

«Putin confía en que la capacidad de sufrimiento de los ciudadanos de Occidente es menor que la de sus súbditos rusos»

Cada día que pasa, Vladimir Putin comprueba lo difícil que le resultará conseguir los objetivos militares que se propuso cuando en febrero dio la orden de invadir Ucrania. Pero, de la misma forma, sabe que la opinión pública occidental puede estar más cerca de romperse y, como consecuencia, de que haya un mayor porcentaje de las sociedad europea y americana dispuesto a abandonar a los ucranianos a su suerte para poner fin cuanto antes a una guerra que provoca graves efectos colaterales energéticos y económicos.

Uno de los aspectos determinantes cuando un mandatario decide lanzarse a una guerra es preguntarse por cuánto tiempo podrá mantener el esfuerzo militar, económico y social que supone. Pero, a la vez, esa pregunta se puede plantear sobre el enemigo: cuánto tiempo podrá ese enemigo –en este caso Ucrania y la OTAN– mantener su esfuerzo militar, económico y social.

Después de más de seis meses de conflicto, las sociedades occidentales han sabido mantenerse firmes en su decisión de sostener a Ucrania con ayudas de diferente tipo, especialmente con armamento. Lo han hecho, a pesar del coste que está suponiendo en términos de inflación debido al creciente precio de la energía. Pero pronto llegará el invierno, y el problema ya no será si podremos pagar el gas a precios aún más caros, sino si directamente dispondremos de gas suficiente para que funcionen las calefacciones, ante el corte del gasoducto por tiempo indefinido.

Putin confía en que la capacidad de sufrimiento de los ciudadanos de Occidente es menor que la de sus súbditos rusos. Y esa va a ser la prueba más difícil a la que nos vamos a someter los países europeos. Algunas fuerzas políticas extremistas llevan meses mostrando su desacuerdo con la ayuda militar enviada a Ucrania y exigen un acuerdo diplomático que, si se acometiera en este momento, llevaría a asumir que Putin se quede con los territorios que ya ha ocupado. Esa sería su nueva victoria, y esa sería la nueva derrota de Occidente, después de haber consentido desde 2014, y sin apenas responder, que se anexionara Crimea y controlara el Este de Ucrania.