Economía
Tres delicias fiscales
El FMI, como las demás burocracias internacionales, no ha sido liberal nunca, y nunca ha pedido que bajen los impuestos, sino al revés
La prensa tiene días gloriosos. Concretamente, hace un tiempo, «El País» publicó tres delicias fiscales en la misma edición.
La primera fue un artículo de Violeta Ruiz Almendral, profesora de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad Carlos III de Madrid, que participó en el Libro Blanco para la reforma tributaria. Incluye la habitual referencia al juez Holmes y su frase sobre que los impuestos son el precio que pagamos por la civilización, cuando no son un precio, ni los pagamos a cambio de nada, porque son, como su propio nombre indica, obligatorios. Sostiene que hay que evitar «discusiones en el vacío», como…si deben ¡subir o bajar los impuestos. En serio. Y alega que hay acuerdo en los asuntos tributarios fundamentales, más allá de «la prensa o las redes sociales». No es verdad –puede ver: Ignacio Ruiz-Jarabo, «Impuestos o Libertad», Ediciones Gaveta.
La segunda delicia fue este titular: «El FMI advierte del peligro de competir para bajar impuestos». Mil veces ha sido calificado el FMI como institución liberal o al menos «no sospechosa» de antiliberalismo. Stiglitz llegó a incluirlo en un fabuloso «fundamentalismo de mercado». Por supuesto, jamás ha sido así. El FMI, como las demás burocracias internacionales, no ha sido liberal nunca, y nunca ha pedido que bajen los impuestos, sino al revés. Criatura de los Estados, siempre ha actuado en su defensa, y ahora también, avisando del «peligro» de la catástrofe que significaría que la opresión fiscal del pueblo disminuyera.
Hablando de opresión, la tercera delicia fiscal venía tras este titular: «La invisibilidad del figurante». Era el típico artículo que les gusta a los periodistas progres, cuando localizan a un grupo al que puede asignar ese tipo de calificativos: invisibles, marginados, empobrecidos, etc. Lo espectacular del caso es que, siendo verdad que los figurantes son oprimidos, el texto en cuestión explicaba por qué están tan maltratados, y resulta que la explicación desmiente dos mitos caros al progresismo: la idea de que los impuestos los pagan los ricos, y la idea de que la reforma laboral ha sido ventajosa para la clase media y trabajadora. La realidad de los figurantes, en cambio, leída en la prensa progresista, es la siguiente: «El colectivo reivindica la actualización de su salario, que se ve aún más mermado con la subida del IRPF propiciada por la reciente reforma laboral».
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