El trípode
Defensa planetaria
El riesgo de una colisión es tan real que en la NASA existe un departamento dedicado específicamente a esta labor
Hablar de «defensa planetaria» puede evocar a películas de ciencia ficción, pero que la NASA –la agencia espacial estadounidense– dedique a estos proyectos un gran presupuesto, no tiene nada de ficción y sí mucho de realidad. Lo cierto es que a lo largo de la Historia nuestro planeta ha contabilizado cerca de 200 impactos en su superficie, con meteoritos de tamaños distintos y consecuencias variables dependiendo de la energía cinética desprendida por el impacto, que está en función de la masa del objeto celeste y de su velocidad. Ya comentamos que el último impacto registrado tuvo lugar sobre el cielo de Rusia el 15 de febrero de 2013, y su desintegración al entrar en contacto con la atmósfera provocó una «lluvia» que causó más de mil heridos y daños en multitud de edificios, y eso merced a su «limitado» tamaño de 17x15 metros.
DART es el acrónimo de la nave espacial «Double Asteroid Redirection Test» (Prueba de Redirección de Doble Asteroide), que fue lanzada el pasado 24 de noviembre desde una base espacial en California y está previsto impacte el próximo 26 de septiembre contra su objetivo «Dimorphos», una pequeña luna del asteroide Didymos debidamente seleccionado con la información que suministra la sonda Lucys. Ésta trabaja detectando asteroides para investigación, especialmente donde existen multitud de ellos, en el cinturón que hay entre Marte y el mayor planeta del sistema solar, Júpiter.
El riesgo de una colisión es tan real que en la NASA existe un departamento dedicado específicamente a lo que se conoce como «defensa planetaria», para las que estas misiones juegan un papel esencial. Directamente vinculada a esta defensa está la conocida como «Misión Io-Eros», siendo «Io» una de las cuatro lunas galilaicas de Júpiter, descubiertas por Galileo Galilei a mediados del siglo XVII; y «Eros» la denominación del asteroide N-433 del cinturón antes mencionado.
Lo llamativo y preocupante del caso es que desde hace décadas está anunciado en diversas revelaciones privadas –entre otras, las de las españolas Garabandal y El Escorial – un suceso astronómico concordante con el provocado por el impacto de un fragmento de satélite Io con el asteroide Eros, colocando a éste en rumbo de colisión con la Tierra. La «lluvia» de meteoritos podría llegar a ocasionar una catástrofe de incalculables dimensiones, por lo que la NASA la estudia y la sigue con particular atención. Que a comienzos de los sesenta y ochenta pasados ya se hablara de ello como de un «Aviso» previo a un eventual «Castigo» a la humanidad, no es para tomárselo a broma. Desde luego la NASA se lo toma muy en serio.
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