Opinión

El huracán Meloni

Después de más de setenta años con gobiernos presididos por hombres en Italia, una mujer –¡y vaya mujer!– se va a convertir en la primera ministra como indiscutible vencedora de las elecciones generales, superando y triplicando en votos ampliamente a sus coaligados Matteo Salvini y Silvio Berlusconi, dos históricas referencias de la derecha italiana. Sus principales oponentes, Enricco Letta y Giuseppe Conte, del partido socialdemócrata y del Movimiento 5 Estrellas, respectivamente, ambos PM en diversas ocasiones, también han sido barridos por el huracán Meloni. No solo es la primera vez que una mujer accede a dicha alta magistratura, sino que es inédito que lo haga al frente de una coalición nítidamente de derechas, lo que añade expectación ante su próximo gobierno.

Otro signo revelador es que la primera mujer presidenta no sea una feminista precisamente al uso sanchista, sino una mujer que se declara «italiana, mujer, madre y cristiana», en las antípodas del feminismo LGTBIQP tan en boga en España. El feminismo que defiende la igualdad efectiva entre el hombre y la mujer debería alegrarse muy sinceramente, lo que no sucederá con las seguidoras de Irene Montero, Yolanda Díaz, e Ione Belarra, por ejemplo, cuyo concepto del feminismo se califica por sí mismo.

En España, Giorgia Meloni podría ser representada por una síntesis entre Olona y Ayuso, pero con más de Macarena que de Isabel, dadas sus militancias políticas y el discurso sin complejos en la defensa de los principios cristianos de Olona frente al difuso y políticamente correcto de Ayuso. La situación en el centroderecha español es triste, con el PP y Vox condenados a entenderse para ser alternativa a Sánchez, y Feijóo y Abascal sin hablarse entre ellos. Por si fuera poco, el PP «abriendo diálogo» con el PNV en detrimento de Vox, cuando la lealtad institucional del primero quedó acreditada al ser decisivos para el triunfo de la moción de censura de Sánchez contra Rajoy, con quien acababan de pactar los presupuestos de 2018.

Mientras con una mano los acordaban con el Gobierno del PP, con la otra se los entregaban a Sánchez para que pudiera gobernar con ellos. Se lo pagará pactando con Bildu su alternativa en el gobierno vasco: Roma no paga traidores. Ahora, la inexplicada salida de Olona de Vox alimenta todo tipo de especulaciones sobre sus proyectos de futuro. No se puede eludir la posibilidad de que Meloni se convierta en un icono político a desear imitar, en vísperas de un año electoral decisivo para que la necesaria alternativa se haga realidad.