Economía
Mazzucato social
En la repesca de la cogestión, de lo que se trata no es de dar un mayor papel a los empleados en las compañías sino a los sindicatos
La profesora Mariana Mazzucato es una destacada figura del progresismo, ampliamente elogiada en la mayoría de los medios –con algunas excepciones: https://bit.ly/3zLAbMF. Brindó este titular al diario ABC: «Los beneficios que obtienen las empresas no se reinvierten en el sistema social». El antetítulo era: «Aboga por subir los impuestos que gravan la especulación y dar un mayor papel a los empleados en las compañías».
Como es habitual, detrás de la retórica edulcorada yace la hostilidad a la libertad. El cuento de que la especulación es mala y que, por tanto, es bueno gravarla, es viejo, pero sigue siendo un cuento, porque la especulación no es necesariamente nociva, y los políticamente correctos no aumentan los impuestos sobre los especuladores sino sobre el conjunto del pueblo. Otra vetusta consigna, la cogestión empresarial, ha vuelto a ponerse de moda tras la caída del Muro de Berlín, y se inscribe dentro de la agenda que recuperó o promovió la izquierda para superar ese trauma, como la reforma del capitalismo.
Claro, dado lo que sabemos del anticapitalismo, hay que poner una cara amable, y doña Mariana la puso, y convenció a José M. Camarero, que escribió sobre ella: «su discurso es diáfano a favor de otro capitalismo». No se le ocurrió pensar que es el truco de los socialistas de todos los partidos, que dicen sí al capitalismo, pero nunca al existente. En la repesca de la cogestión, de lo que se trata no es de dar un mayor papel a los empleados en las compañías sino a los sindicatos; y, naturalmente, dar un menor papel a los propietarios. Como era de esperar, ni entrevistador ni entrevistada incluyeron la asunción de las pérdidas en lo del «mayor papel» de los empleados.
El ataque a las empresas es constante, entre vapores de «otro capitalismo», pero está claro que se trata de violar los derechos de sus dueños, forzándolos a invertir «en la propia sociedad», es decir, en lo que ordene el poder político.
Para terminar las críticas al empresariado, véase esta joya analítica: «lo que hay ahora es una inflación porque tenemos muchas empresas de energía que buscan beneficios y a las que se les ha permitido aumentar precios, aunque sus costes reales no aumentan al mismo ritmo». Quien crea que así se explica la inflación puede creer cualquier cosa.
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