China

El nuevo orden mundial

Los regímenes autoritarios, como sucede con China, Rusia o Irán, rechazan los valores occidentales. Les resultan inaceptables, porque impedirían que sus élites dirigentes dominaran, como sucede actualmente, a sus pueblos

La guerra de Ucrania es el primer paso hacia el nuevo orden mundial. La trascendencia de esta tragedia supera su estricto ámbito territorial. Por una parte, está el apoyo activo, aunque sin participación directa sobre el terreno, de Estados Unidos, la UE y otros aliados. Se encargan de las condenas, el envío de material bélico y el entrenamiento de los ucranianos. Son democracias, algunas antiguas potencias coloniales, con un sesgo, incluso, racial, aunque con la multiculturalidad propia de estos tiempos. El imperialismo es una constante en la Historia. Lo encontramos en todos los continentes, aunque se ha expresado de formas diversas. Los países más ricos del mundo lideran la lucha contra Putin. Es un espacio de libertad y derechos. Un enorme parque de atracciones cultural y comercial. Su calidad de vida es espectacular. China es la segunda economía mundial, por utilizar los parámetros tradicionales, y una gran potencia militar, que quiere, con Rusia, es bueno recordarlo, cambiar el actual orden mundial que gira alrededor de Estados Unidos como superpotencia. Es evidente que esto último es irreal, pero es una consecuencia del fin de la Guerra Fría y la caída del muro de Berlín.

China quiere imponer su régimen totalitario en Taiwán bajo la excusa de la reunificación. Es lo que está haciendo Putin con la zona prorrusa de Ucrania. Estamos ante dos posiciones imperialistas que despiertan más simpatía de la que pensamos en la parte del planeta que acabó con el colonialismo. Es decir, los países que consiguieron independizarse de sus metrópolis que son, casualmente, los aliados de Estados Unidos. Los europeos estamos descubriendo que la democracia se tiene que defender con las armas y que no son suficientes las buenas palabras e intenciones. Los regímenes autoritarios, como sucede con China, Rusia o Irán, rechazan los valores occidentales. Les resultan inaceptables, porque impedirían que sus élites dirigentes dominaran, como sucede actualmente, a sus pueblos. Aceptan unas libertades limitadas y un capitalismo de partido o de los amigos del régimen, pero quien cuestiona el sistema acaba en la cárcel o muerto. Por ello, Ucrania es una pieza clave del tablero, porque la otra es Taiwán. La victoria rusa y china serían el triunfo del despotismo oriental y del nuevo orden mundial que quieren Putin y Xi Jinping.