Pedro Sánchez

Memoria, sedición y policrisis

Guerra ha dejado recaditos, pero Sánchez confía en que la memoria frágil de los votantes olvide la reforma de la sedición

Albert Einstein (1879-1955), el padre de la Teoría de la Relatividad, extendió su influencia mucho más allá de la ciencia y también opinó sobre casi todo. Poco antes de fallecer, en la que sería su última carta a la entonces reina Isabel de Bélgica, afirmaba que «nada me sorprende tanto como la debilidad de la memoria del hombre con respecto al desarrollo político». A veces llega a extremos como «el olvido» del PSOE de invitar a Alfonso Guerra al 40 aniversario de la victoria electoral del 28 de octubre de 1982 y que, en el momento justo, ha reaparecido para reivindicar su figura y dejar algún recadito: «eso que llaman primarias va a ser la ruina de todos los partidos democráticos», ha dicho a Efe, y también que «sería bueno que vuelva el bipartidismo». Sánchez, de gira africana, lo ve como pasado remoto, el de las batallitas del abuelo, aunque también le gustaría regresar a los tiempos de la hegemonía PSOE-PP –algo que Iván Redondo ve inviable– y que evitaría pactos Frankenstein, incluidos los que permiten que hoy el Gobierno alumbre los Presupuestos Generales en el Congreso.

Sánchez ha tenido que ceder una vez más y acumula facturas pendientes. La reforma del Código Penal para reducir las penas por el delito de sedición, exigencia de ERC, es una de las más llamativas y que, junto con la ley Trans, más problemas le genera. Salvador Illa, exministro de Sanidad y ahora cabeza de los socialistas catalanes, le ha asegurado a Oriol Junqueras que el PSOE cumplirá y cambiará la ley. Es uno de los precios para llegar al final de la legislatura y que Sánchez tenga tiempo para recuperar votos, a pesar de vivir en «policrisis», como apuntó en la Andalucía Investors Day, Margarita Delgado, subgobernadora del Banco de España. Es una idea desarrollada por Adam Tooze, director del Instituto Europeo de la Universidad de Columbia y autor de «Crahs», que describe «una situación en la que se enfrentan múltiples crisis y en la que el todo es aún más peligroso que la suma de las partes». Es, sin embargo, un escenario en donde el inquilino de La Moncloa está cómodo y que facilita que asuntos como la sedición se diluyan en la memoria frágil de los votantes cuando vuelvan a las urnas, porque «la política es más difícil que la física» decía también Einstein.