Pedro Sánchez

Las Cortes y el caballo de Calígula

«El sistema de primarias ha consagrado un modelo autocrático, que en la izquierda enlaza con el concepto de soberanía popular»

Sánchez ha conseguido convertir el Congreso de los Diputados en un apéndice de La Moncloa. Al igual que sucede en los espectáculos musicales, donde hay un grupo o cantante que actúa como telonero al servicio de la estrella, ahora sucede lo mismo con las Cortes. El Parlamento tuvo un papel muy importante en el constitucionalismo histórico y, curiosamente, el Gobierno parecía, como escribió Sánchez Agesta, un ente fantasmal en nuestros textos decimonónicos. En la mitificada Constitución de 1812 es el conjunto de instituciones estatales y en las que le suceden las referencias son escasas, porque estaba unido al rey constituyendo un mismo poder. Al Legislativo se le otorgó una especial relevancia. Había una evidente preocupación por impedir las injerencias del soberano. No hay duda de que existía una división de poderes. A esto hay que añadir que la clase política desde el período isabelino tenía un nivel académico e intelectual muy elevado e incluso en algunos casos deslumbrante. Nuestra Constitución no utiliza el término Poder Ejecutivo, a diferencia del Judicial, y el Título IV se refiere al Gobierno y la Administración. Con el tiempo, la división de poderes ha ido desapareciendo y ahora habría que incluir mecanismos de defensa frente a las injerencias gubernamentales.

Las Cortes se han convertido en una marioneta como consecuencia de nuestro modelo partitocrático que anula la autonomía de los diputados que conforman la mayoría parlamentaria, pero también por la voluntad presidencial. El sistema de primarias ha consagrado un modelo autocrático, que en la izquierda enlaza con el concepto de soberanía popular. Por ello, la Justicia no tiene que ser independiente, sino vicaria de unas Cortes que, a su vez, controla La Moncloa y sus aliados. Esto justifica que no se quiera cambiar el modelo de elección del CGPJ o que se degrade el Tribunal Constitucional hasta el extremo de convertir la idoneidad en un mero automatismo en el que solo importan la forma y se ignora el fondo. Es lo que sucedió con Dolores Delgado y se repite ahora, con casina monotonía, con la propuesta gubernamental de los dos magistrados del TC. Muchas veces se interpreta mal la decisión del emperador Calígula nombrando senador a su caballo como si estuviera loco, cuando lo que quiso mostrar fue el menosprecio que sentía por el Senado y sus integrantes.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).