Prostitución

El cuartel de Bruc, «damas de compañía» y lo que no se ve

Aunque frente a todas las dudas que rodean la prostitución, sí se impone una clara certeza: los más de cinco millones de euros al día que mueve en España, según cifras de la Fiscalía de 2008

Parece como si se nos hubieran acabado los adjetivos. Deleznable, humillante, vergonzoso, repugnante. En el intento de definir un hecho que es una barbaridad, que provoca un rechazo más que visceral, sentimos que nos quedamos cortos en mostrar la condena más absoluta y tajante. Hace pocos días trascendió que un grupo de unos setenta militares del cuartel de Bruc habrían sorteado papeletas para estar con una prostituta. Un comportamiento que, más allá de la calificación penal que merezca, del reproche judicial que acarree y que sigue sus propios tiempos (la investigación ya está en marcha) o, incluso, por encima de la consideración moral o ética que tenga para cada uno de nosotros, lo cierto es que su repercusión pública evidencia que existe una realidad que no se puede ignorar.

El caso del cuartel de Bruc supondría, desde ese enfoque, una especie de levantamiento del velo, una oportunidad para hablar de lo que normalmente no se habla, para iluminar el espacio oscuro en el que subsisten tantas mujeres invisibilizadas. La prostitución es una actividad alegal, que se mueve, por tanto, cómoda en las sombras, en zonas resbaladizas y en las que caben pocas certidumbres a las que aferrarse. Empezando por las cifras. Los escasos datos que se manejan fluctúan en horquillas tan amplias como las que van de las 113.100 mujeres que se darían de alta en la Seguridad Social si se legalizara como profesión, según un estudio encargado por el Ministerio de Trabajo en 2005, o las 45.000 que fijó el Ministerio del Interior en 2012 en un informe relacionado con la trata; y, mientras algunos organismos oficiales concluyen que entre un 90 y un 95 por ciento sufren explotación sexual, el Plan Integral contra la Trata de 2015-2018 no aporta más detalles al reconocer las dificultades para «obtener números fiables», dejando aún más abierto ese eterno debate que separa el libre albedrío de una cruel y contemporánea forma de esclavitud.

Aunque frente a todas las dudas que rodean la prostitución, sí se impone una clara certeza: los más de cinco millones de euros al día que mueve en España, según cifras de la Fiscalía de 2008. Un lucrativo negocio que aprovecha las lagunas del sistema, que se cuela por los agujeros de la desregulación, como un parásito, y que supone un reto de primera magnitud para las sociedades desarrolladas. Hasta que las cifras sean más concretas y delimiten con mayor precisión esta lacra, nos quedan las palabras para intentar abordarla de forma adecuada, por ejemplo, dejando de llamar «damas de compañía», como en el cartel del cuartel de Bruc, a quienes pueden estar siendo, de hecho, víctimas de un delito.