Alberto Núñez Feijóo

Censura o elecciones

«Asistimos a la ceremonia en la que los partidos de la oposición buscan soluciones rápidas y milagrosas a un problema que no pueden resolver»

La decisión de Pedro Sánchez de pisar el acelerador de su bólido (el Gobierno de coalición con sus socios parlamentarios), con todo tipo de medidas trompeteras (sedición, malversación, Tribunal Constitucional…), ha convertido el tradicionalmente plácido y festivo mes de diciembre en una olla a presión. Y cada vez que eso ocurre asistimos a la ceremonia en la que los partidos de la oposición buscan soluciones rápidas y milagrosas a un problema que no pueden resolver, porque son claramente minoritarios frente a la rocosa mayoría que sostiene a Sánchez en Moncloa.

Así, Santiago Abascal e Inés Arrimadas (cada uno por su lado) vuelven a proponer una moción de censura, a sabiendas de que el resultado final solo puede ser un nuevo festín parlamentario para alimentar el ego –ya de por sí bien nutrido– del presidente. Y Alberto Núñez Feijóo se ha dejado llevar por la tentación de pedir que se adelanten las elecciones generales. Cuando no se sabe qué hacer, se acaba buscando algún atajo.

Es cierto que adelantar las elecciones es un recurso recogido por la Constitución Española, igual que ocurre en los demás países europeos democráticos. Pero conviene ejercer esa opción con el debido cuidado y evitando el abuso. Porque también existe el derecho de los ciudadanos a disfrutar o sufrir los efectos de su voto durante los cuatro años que debe durar una legislatura.

El voto es, en efecto, un derecho. Pero también es una responsabilidad que asumimos a cambio de las muchas ventajas que tiene vivir en un país con las libertades propias de una democracia. Por tanto, cada ciudadano tiene la obligación de reflexionar adecuadamente sobre lo que va a votar y después debe experimentar, con esa misma responsabilidad, las consecuencias que ha tenido su voto. De tal manera, que llegado el momento de volver a votar –cuatro años después–, pueda decidir si mantiene su apoyo al mismo partido o lo cambia.

Proponer mociones de censura o adelantos electorales extemporáneos es una muestra de desesperación de quienes, impacientes, no encuentran el camino para conseguir sus objetivos. Los problemas complejos y graves no suelen tener soluciones tan simples e inmediatas.