Gobierno de España
Malversación superada, ¡Viva el referéndum!
La realidad es tozuda y no es otra que la muy medida constancia en el Gobierno de que la ciudadanía acaba teniendo memoria de pez,
No deja de sorprender día a día el tamaño de las tragaderas, tanto de la opinión pública como de esa otra opinión publicada, a la hora de contemplar decisiones tan inéditas como inquietantes de un gobierno, como son la supresión del delito de sedición o la reforma del de malversación, aunque me inclino por colegir que los intérpretes de la realidad y creadores de climas de opinión acaban mostrando una mayor capacidad asimiladora de fechorías, bien sea por la necesidad permanente de consumir sin parar el alpiste en forma de noticia o bien por alimentar conscientemente determinadas estrategias.
Ahora resulta que, con la reforma a la carta del código penal todavía en el horno y acabando de dorarse hasta ser servida en bandeja de plata tras el pleno especial de hoy jueves en el Congreso, la liebre tras la que todos corremos es la del pedaleo sobre el referéndum sacado a colación por Oriol Junqueras. En pleno debate nada menor y muy grave sobre la sedición y la malversación acabamos desviando el foco hacia los galgos o podencos de si resultaría más o menos representativa una consulta cuya legalidad estaría por ver votando un 50 por ciento del electorado, superando el «sí» a la autodeterminación el 55 por ciento o suponiendo todo ello que únicamente saldría adelante la propuesta independentista con el 27 por ciento de los votantes. Todos pendientes del enésimo paso en la deriva separatista cuando todavía no hemos digerido los golpes de martillo sobre la cerviz del estado de derecho en unos últimos días de 2022 que pasarán a la historia entre los más negros episodios de nuestra democracia y que hoy se perpetrarán en el Parlamento vía reforma a la carta del código penal. Era casi enternecedor en este sentido escuchar ayer a algún miembro del Gobierno desviando el centro de gravedad de las fechorías legislativas hacia Esquerra Republicana, al declarar con solemnes soflamas que nunca se aceptará un referéndum por la independencia en Cataluña… ¡acabáramos!
La realidad es tozuda y no es otra que la muy medida constancia en el Gobierno de que la ciudadanía acaba teniendo memoria de pez, sobre todo cuando llegue el reparto primaveral de dádivas y toda ocurrencia acaba por tapar a la anterior convirtiendo nuestra renqueante política en lo más parecido a una superposición de capas geológicas sepultada cada una por la llegada de otra posterior… y lo peor es que tal vez tengan razón.
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