Sedición

Barrabasadas

La vociferación, el grito político, el insulto, ocupando el lugar de la deliberación calmada

Como todos los libros antiguos, la Biblia es un texto interesantísimo. En sus páginas, nos encontramos una gran diversidad de narraciones que nos dan noticia de las preocupaciones más antiguas de los humanos. La complejidad de esas inquietudes queda condensada dentro de esas páginas en unos relatos brevísimos de una eficacia incontestable. Basta leer la historia de Adán y Eva para comprobar cómo en escasas doce líneas se metaforiza la carga de asumir la responsabilidad de descubrirse un día propietario de una conciencia. Otra de las narraciones que vale la pena repasar con ojos modernos estas semanas es la historia de Barrabás.

Cuando vemos, como ahora en nuestro país, a la democracia representativa amenazada por vociferantes y agresivos demagogos (que afirman preferir una supuesta democracia directa y apresurada frente a las bondades del debate, de la consulta a los expertos, de la escucha de los argumentos, la prudencia y la reflexión); cuando todo eso sucede, repito, uno no puede evitar acordarse de la historia de Barrabás en la versión del evangelista Lucas (23, 19). Se nos cuenta en ella cómo, sometida a un referéndum por Pilatos, la muchedumbre vociferante prefería liberar al criminal que al sanador de humanos. ¿Cuál es el delito por el que estaba preso Barrabás? No se lo pierdan. Sedición. Literalmente. Consulten el ejemplar que tengan más mano del Nuevo Testamento y verán que esto viene de antiguo.

En nuestra sociedad actual, se puede ser creyente con toda tranquilidad y con la misma tranquilidad no serlo. Pero, independientemente de ello, el interés de estas historias es que nos permiten ver conductas humanas de antiquísimos congéneres que ya fueron entonces consideradas como merecedoras de ser retratadas en letra puesto que se daban. La vociferación, el grito político, el insulto, ocupando el lugar de la deliberación calmada. Los códigos penales alterados a la medida del delincuente. El abaratamiento de la corrupción. Y todo por no querer abandonar el poder. ¿Eso es progreso?