Rey Felipe VI

El trabajo del Rey

«Ha arbitrado desde un mensaje de Nochebuena cargado de sentido común»

Cuando los padres de la Constitución establecieron las funciones del Rey, fijaron algunas muy claras y fáciles de entender y aplicar, y otras más ambiguas, indefinidas, difusas y, como consecuencia, interpretables. El artículo 56.1 de la Constitución sanciona que «el Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia». Esta es la parte sencilla, casi retórica, que corresponde a un monarca en un país democrático. Pero lo que viene después resulta más complejo de gestionar: «arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones». Y eso, ¿cómo se hace?

En los últimos días, ante la colisión que se ha producido entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, algún político despistado –o, quizá, cargado de mala fe– ha pretendido involucrar al Rey en la batalla competencial y política que han protagonizado el Gobierno y el Tribunal Constitucional, con el Parlamento y el Consejo General del Poder Judicial mezclados en el cóctel radiactivo. ¿Pretendían que Felipe VI llamara a La Zarzuela a Pedro Sánchez y al presidente del TC para mediar entre ellos? ¿No será, más bien, que alguien pretendía meter al Rey en el fango político para que saliera embarrado, o directamente no saliera?

Felipe VI ha arbitrado y moderado el funcionamiento regular de las instituciones haciendo eso: arbitrar desde un mensaje de Nochebuena cargado de sentido común, en defensa de las instituciones y del derecho de todos los españoles (todos, no solo algunos) a decidir nuestro futuro. Y lo ha hecho con moderación, como establece el artículo 56, para disgusto de extremistas. Felipe VI no ha hecho otra cosa que recordar, en un discurso especialmente bien cuidado, aquello que parece obvio. Lo que ocurre es que vivimos tiempos en que lo obvio resulta ser extraordinario.

Su trabajo se ha encontrado con importantes obstáculos desde que asumió la jefatura del Estado en 2014: los problemas provocados por su padre, la proliferación de posturas políticas sectarias, el 1 de octubre de 2017, investiduras fallidas, repeticiones electorales, deterioro institucional… «No han sido nada fáciles los últimos años», reconocía en su mensaje navideño. Eppur si muove.