Religion

El Corán, monumento a la espiritualidad profunda

«Como en casi todas las religiones, en el Islam hay enloquecidos e incontrolados. Pero no se puede juzgar por ellos a la doctrina coránica»

El Corán, al-Qur´ân, la lectura, es un admirable monumento a la espiritualidad profunda. En general su doctrina predica la paz y la concordia.

Tenía yo poco más de veinte años cuando leí por primera vez El Corán. Me pareció un monumento a la dimensión espiritual del hombre, un libro excepcional lleno de sugerencias para la reflexión profunda. Junto a la Biblia, el Talmud, el Ramayana, el Tao te King, los Vedas, el Kalerak, el Bardo Thodol, el Chu King o el vedanka sankárico, El Corán es un libro imprescindible para entender lo que significa la espiritualidad en la Historia Universal. Igual que el Viejo Testamento contiene pasajes que exigen interpretación actualizada para que los fundamentalistas islámicos no consideren justificada la violencia. Pero, en su conjunto, El Corán es un libro de paz, de concordia y de convivencia y solidaridad.

Hace veinte años releí el texto coránico en la traducción rigurosa de Juan Vernet. ¿Cómo se puede despreciar al Islam, considerándolo agresivo e intolerante? Los dirigentes occidentales deberían meditar las enseñanzas coránicas. Y si bien hay algunos pasajes como la azora IV que fustiga a las mujeres, hay otros como la II que irradian tolerancia y concordia. Dice así: «Ciertamente quienes creen, quienes practican el judaísmo, los cristianos y los sabeos, quienes creen en Dios y en el último Día y hacen obras pías, tendrá su recompensa en el Señor». Las personas que se someten a la voluntad de Dios disfrutarán del paraíso en el más allá donde «se les escanciará vino generoso sellado con el sello del almizcle».

Jomier explicó en un libro admirable que los musulmanes creen en la historia de Adán y el árbol prohibido. Veneran a los profetas bíblicos desde Abraham hasta Cristo, si bien la verdad revelada para ellos es la que enseñó Mahoma, el hombre al que, en una cueva cercana a La Meca, el arcángel Gabriel hizo llegar la voz de Dios.

Por supuesto que en el Islam, como en casi todas las religiones, hay enloquecidos, fundamentalistas e incontrolados. Pero juzgar al Islam por ellos, como han hecho algunos al condenar un reciente acto de atroz violencia en España, significa desconocer la profunda espiritualidad que dimana de El Corán como de un río incesante.