El trípode

A 50 años de la «Revolución de los claveles»

Ese golpe derrocó al régimen político vigente conocido como el «Estado Novo», instaurado en la Segunda República en 1933 por Antonio de Oliveira Salazar.

A primeras horas de la madrugada del 25 de abril de 1974, hace hoy exactamente 50 años, se produjo el pronunciamiento del denominado «Movimiento de las Fuerzas Armadas» en nuestra vecina peninsular, Portugal, que 24 horas después se consolidaría como un golpe de Estado militar exitoso. Ese golpe derrocó al régimen político vigente conocido como el «Estado Novo», instaurado en la Segunda República en 1933 por Antonio de Oliveira Salazar. Régimen que con él al frente hasta 1968, tenía como sucesor suyo al profesor Marcelo Caetano cuando se produjo dicho golpe en 1974. Ese régimen tenía sensibles connotaciones políticas –conservador, corporativismo, confesionalismo religioso católico…– con el español de entonces, que se encontraba en claro declive por la salud del Jefe del Estado, Francisco Franco, que fallecería al año siguiente. Significativa era su situación en materia de política exterior, ya que –pese a que al igual que el franquismo no podía considerarse un régimen democrático occidental–, sí que pertenecía a la OTAN, dada su importancia geoestratégica por la dimensión de su imperio colonial ultramarino, destacando Angola y Mozambique, así como Madeira y Azores, y Macao, en China. El denominado «Vietnam portugués» con guerras insurgentes continuas, fue el detonante del golpe militar ante la incapacidad de una salida pacífica a una situación colonial insostenible. En la historia, aquel alzamiento es conocido como el «Movimiento del 25 de Abril» y también como la «Revolución de los claveles», por haber colocado un tanquista en la boca de su fusil uno que le había ofrecido una mujer al que había pedido un cigarrillo, acto que fue imitado por sus compañeros dando a conocer su voluntad de actuar pacíficamente.

Las elecciones constituyentes celebradas un año después, permitieron desplazar del poder a los militares claramente comunistas sustituidos por socialdemócratas y conservadores. La preocupación de EEUU por un Portugal aliado en la OTAN y con un régimen comunista en el poder, en aquellos años de la «guerra fría» no fue ajena a aquella salida. Como tampoco lo fue la preocupación española a un eventual intento de promover un golpe comunista similar en nuestro país, lo que motivó una cualificada interlocución entre el entonces Embajador de España en Londres, Manuel Fraga, con el líder socialista portugués en el exilio, Mario Soares, dando garantías plenas de no intromisión en los asuntos internos españoles. A 50 años de distancia, aquella revolución, militar pero básicamente pacifica, forma parte de la Historia de nuestra común Península Ibérica.