Canela fina

Se acabó el paripé

«Para aprobar las leyes, Sánchez deberá contar con los 15 partidos de Sumar y con los 4 secesionistas catalanes y vascos, entre ellos los derechistas PNV y Junts»

Lo sabíamos todos. O casi todos. En la primera semana de agosto quedó acordada y cerrada la investidura de Sánchez. El presidente en funciones, genuflexo ante el rebenque secesionista, dejó bien claro que estaba dispuesto a ceder en todo lo que exigieran los secesionistas catalanes y vascos y los proetarras de Bildu. Desde entonces, se instrumentó un prolongado paripé para mantener en ascuas a la opinión pública. No es casualidad que Sánchez haya permanecido cinco años en el poder. Él y sus colaboradores han demostrado habilidad para lidiar a los marrajos de la política española, para convencer a unos, comprar a otros, encandilar a la opinión pública. Corresponde a los sociólogos profundizar en el juego político de Sánchez.

El paripé se acabó por ahora. Tras varios meses de sembrar incertidumbre y veladuras, queda ya claro lo que estaba acordado desde la primera semana de agosto. A cambio del regreso triunfal a Cataluña del golpista prófugo Carlos Puigdemont, Pedro Sánchez contará con sus 7 votos en el Congreso de los Diputados. El expresidente catalán no renunció ni a la unilateralidad ni a la autodeterminación ni al referéndum. Excluido de todo delito, por la otorgada amnistía, intentará de nuevo, en un plazo más o menos corto, lo que fracasó durante el envite de 2017. Se trata de un propósito que carece de veladuras. Lo ha expuesto de forma nítida en reiteradas ocasiones. Tras las elecciones del 23-J, Sánchez no podía resultar investido sin los 7 escaños de Junts. Y Puigdemont ha sabido cobrar por ellos el alto precio de la dignidad de España. A pesar de las declaraciones de Felipe González, a pesar de la actitud de destacados barones socialistas históricos y actuales, a pesar del clamor de anchos sectores de la opinión pública, Sánchez ha cumplido el compromiso contraído el verano pasado. Y permanecerá en la silla curul del palacio de la Moncloa porque siempre estuvo dispuesto a ceder en lo que hiciera falta.

Se acabó, en efecto, el paripé. Una vez investido deberá contar, para aprobar las leyes, con el PSOE, los 15 partidos de Sumar, entre ellos Podemos y el PC, los 2 partidos separatistas catalanes y los 2 vascos, amén del gallego. La mitad de los partidos separatistas catalanes y vascos -el PNV y Junts- son nítidamente de derechas, lo que desbarata la camelancia progresista de Moncloa.