Canela fina
Acechan las trampas electorales
«¿Melilla y Mojácar son dos casos aislados o la punta de un iceberg que mantiene sumergido el grueso de la operación fraudulenta?»
Los lectores que en La Razón prueban la canela fina de mis artículos tienen conciencia de las reiteradas advertencias que he hecho en los últimos meses sobre posibles trampas en las elecciones, teniendo en cuenta las que han padecido y están padeciendo algunas naciones iberoamericanas.
¿Se trata de dos casos aislados o es la punta de un iceberg globalmente sumergido? En Melilla y en Mojácar se ha detectado una enmascarada operación para comprar votos canalizados a través de Correos. Por 250 euros se compra un sufragio que se tramita después, con dificultades para detectar el fraude, a través de un procedimiento de débiles cautelas. Y no es sólo el único posible. Y no sólo ocurre esto en países del segundo o del tercer mundo. Holanda es una de las naciones más prósperas de Occidente y se encuentra en la vanguardia del desarrollo tecnológico y de la digitalización. En 1967, Rob Bertholee, director de la AIVD, servicio de inteligencia holandés, fue alertado por sus colegas estadounidenses. Y el primer ministro, el liberal Mark Rutee, decidió sortear a los hackers y retornar al escrutinio manual de los votos y a la comunicación telefónica. Holanda estableció en las elecciones del año 2017 que los colegios electorales enviaran los resultados en papel, eludiendo internet. El lápiz y el teléfono sustituyeron a los avances tecnológicos digitales.
La ética de los distintos partidos es diferente. Para algunos hacer trampas fractura la democracia. Para otros, hacer trampas es lo correcto con el fin de derrotar a los burgueses decimonónicos e imponer el gobierno de la clase mayoritaria.
No quiero caer ni en la insidia ni en la descalificación, sino alertar a los partidos serios para que establezcan una red, como hizo Mark Rutte en los Países Bajos, que impida la adulteración de la democracia pluralista plena.
Hace algún tiempo asistí a una Numancia, dirigida por Sonia Sebastián. En esa obra teatral, Cervantes escribe: «Jamás la falsedad vino cubierta tanto con la verdad, que no mostrara algún pequeño indicio, alguna puerta por donde su maldad se investigase». Los indicios ahí están. La investigación debe hacerse de forma urgente y exhaustiva. Sería absurdo que los políticos serios se dejaran engañar.
Luis María Anson, de la Real Academia Española
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