Acoso sexual

La violencia sexual machista es una de las formas más devastadoras sobre mujeres y niñas en todo el mundo. Deja cicatrices físicas y emocionales a veces insalvables. Hasta el Papa Francisco determinó que los abusos sexuales son «crímenes» más perversos que los asesinatos, ya que no matan, pero dejan una profunda herida cruel, dañina y devastadora de por vida. El estigma que arrastran las víctimas de violencia sexual a menudo las silencia y aísla, lo que dificulta aún más su recuperación.

La revolución del «me too» fue un impulso para denunciar el acoso y compartir algo que solo ha de avergonzar al agresor.

Más de 70 mujeres han denunciado a los raperos Ayax y Prok por diferentes delitos sexuales, desde maltrato, acoso hasta agresión y violación. Por estos motivos de peso, el WiZink Center ha cancelado el concierto que tenían previsto allí en marzo del próximo año.

Desde que Íñigo Errejón anunció su dimisión, surgieron más testimonios de mujeres que vivieron situaciones similares a la que denunció la actriz y presentadora Elisa Mouliaá. Candela Peña fue clara: «cuidado con los falsos aliados feministas que hay muchos, de todas las ideologías, orientaciones sexuales, de todas las profesiones y puestos… repugnancia hacia todos los lobos disfrazados de corderos». Es a ellos a los que les toca ahora tener miedo; «como el que nosotras llevamos siglos soportando, por vergüenza, por el qué dirán, miedo a no volver a trabajar etc.», continúa la actriz.

Es fundamental reconocer que la violencia sexual machista es un problema arraigado, en todo el mundo, en desigualdades de poder y que la educación y la sensibilización son la clave para combatir esta lacra. Una sociedad de respeto y equidad, ayudaría a vivir libres de miedo y violencia.

La frase atribuida a Gandhi: «Sé el cambio que quieres ver en el mundo» la hemos de llevar a cabo todos los seres humanos, especialmente los políticos que nos representan.