Letras líquidas

Afganistán, año IV

El Ministerio de la Moralidad, en su afán de «promover la virtud y eliminar el vicio», defendía que no se debe escuchar a las mujeres cantar o leer en voz alta, ni siquiera desde el interior de sus casas

El 15 de agosto de 2021 los talibanes llegaron a Kabul. Veinte años después de la caída de su régimen del terror, tomaban de nuevo las instituciones, desatando el pánico entre la población que intentaba, desesperada, salir del país como fuera. Sabían lo que les venía. Pese a aquellos ridículos intentos de aparentar modernidad, los barbudos armados con kalashnikov intentaron engañar a la sociedad de la imagen fingiendo un occidentalismo que ni les roza; los afganos eran conscientes de la involución. Algunas especialmente. Las mujeres ya sabían de los modos talibanes. Y temían lo peor.

El 15 de agosto de 2022 ellas ya tenían certezas de que aquellas promesas iniciales de respeto a sus derechos habían sido un espejismo: el Ministerio de Asuntos de la Mujer desapareció. Nadie atendería sus demandas. Prohibieron que las niñas asistieran a la escuela a partir de los doce años y decretaron que todas las mujeres debían cubrirse la cara en público. Tenían que permanecer en sus hogares salvo en caso de necesidad y surgió la figura del acompañante: el varón convertido en salvoconducto para moverse y poder salir al exterior.

El 15 de agosto de 2023, el mundo sin mujeres que soñaban los talibanes ya estaba bien diseñado. El velo integral, el burka, esa cárcel de tela que solo indulta una mínima expresión de los ojos de sus víctimas, era obligatorio. Sombras azules y negras. Y eso que la indumentaria de las afganas a esas alturas importaba muy poco: tenían vetado el acceso a parques, jardines, centros deportivos y baños públicos y, sobre todo, no podían acceder a la universidad.

El 15 de agosto de 2024 ya no eran solo el rostro y el cuerpo de las mujeres los que habían sido borrados. También su voz. El Ministerio de la Moralidad, en su afán de «promover la virtud y eliminar el vicio», defendía que no se debe escuchar a las mujeres cantar o leer en voz alta, ni siquiera desde el interior de sus casas.

Mañana es 15 de agosto de 2025. Y esto es lo que queda de los derechos de las mujeres afganas.