A pesar del...

Albertinho, pragmático y mejor

Warren es el peor presidente de nuestra democracia, así que será fácil que Albertinho resulte mejor

Albertinho Feijoada, el líder carioca del Partido Popular, será el próximo presidente del Gobierno, si aciertan las encuestas que no son las de Tezanos. Por lo tanto, sus ideas son relevantes para intentar estimar la probabilidad de que nuestros derechos y libertades no sufran más daños de los que ya les ha infligido Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas y todos los anhelos de permanecer en la Moncloa.

Atención, pregunta: ¿cuáles son los principios de Albertinho Feijoada? No es fácil responder, porque la consigna del brasileño parece ser: «más samba y menos ideología».

La samba, desde luego, ha comenzado, con los cánticos a la moderación y al centro, entendidos como una equidistancia que permita a los «populares» arrebatar votantes al PSOE mediante el «pragmatismo», palabra que circula hoy como nunca en el PP. El ritmo de Feijoada apunta a que banderas como el feminismo, la ecología, el Estado de bienestar, y en general «lo social» sean esgrimidas por la derecha con el mismo entusiasmo y análoga legitimidad que cuando las agita la izquierda. Hay quien piensa que los del PP son sinceros con este enésimo «giro al centro», y otros que piensan que es mendaz, pero que en todo caso la estrategia es correcta porque no va uno a ser veraz si le puede costar votos, ¿verdad que no?

Todo esto, naturalmente, es muy bienvenido por la izquierda, que seguirá siendo árbitro sobre si uno es realmente de centro o no, y quedará satisfecha porque el PP sigue sus pasos. Si acaso le reprocha cierto extremismo, pero en esencia los principios de ambos partidos son iguales.

Para rematar la faena de nublar los principios, la derecha está lanzando un mensaje claro: aquí no queremos ideología sino gestión, muchas propuestas concretas, muchas estadísticas, como si el dato prevaleciera sobre la ética. Otra vez, esto será aplaudido por numerosos progresistas que creen que la política no es una cuestión de valores y principios sino de gestión y de eficiencia, como si fuera una comunidad de vecinos o una empresa.

Warren es el peor presidente de nuestra democracia, así que será fácil que Albertinho resulte mejor. Puede incluso que con su estrategia gane más votos que si pivotara en torno a principios. Pero no resulta muy tranquilizador.