Al portador
Amaya, el ginecólogo del tango y la deuda de las CCAA
Una forma sencilla de tener más es no pagar las deudas con el Estado, que es lo primero que han puesto encima de la mesa los «indepes» de Junqueras y Aragonés
Amaya Uranga, la voz portentosa de Mocedades y El Consorcio, la mujer que fue «eres tú», «como una promesa» y «como una sonrisa», también cantó y bordó aquello de «todos queremos más/y más y más y mucho más». Podría ser el lema o el himno de «indepes», nacionalistas y todos los grupos y grupúsculos políticos que aspiran a sacarle hasta los higadillos a Pedro Sánchez –en definitiva, a todos los ciudadanos– para otorgarle sus votos en la investidura. Sin embargo, no lo es, aunque puede que lo adopten; «Todos queremos más» es una canción de Alberto Sotillo (1914-2002), un ginecólogo argentino que dejó la medicina por la música y triunfó como tanguista, tanto como compositor como intérprete. El Consorcio, grupo heredero de Mocedades, rescató el tema en los años noventa del siglo pasado y lo convirtió en un éxito popular. La letra tiene una vigencia española indudable, que incluso realza la voz de Amaya: «El que tiene un peso/quiere tener dos/el que tiene cinco/quiere tener diez, el que tiene veinte/busca los cuarenta,/y el de los cincuenta/quiere tener cien».
Una forma sencilla de tener más es no pagar las deudas con el Estado, que es lo primero que han puesto encima de la mesa los «indepes» de Junqueras y Aragonés para negociar la investidura de Sánchez. La volcánica María Jesús Montero enseguida puso buena cara y, claro, «todos queremos más», el resto de Comunidades Autónomas muy endeudas pretenden subirse al carro y eso provoca más problemas. Después de la catalana (71.852 millones), la Comunidad Valenciana (46.214 millones) y Andalucía (25.276 millones) son las que más deben al erario público. Complicación doble, están gobernadas por el PP y, además, a los «indepes» catalanes no les gusta lo del café para todos. Por otra parte, la deuda de las CCAA con el Estado suma 187.000 millones y la total, 322.211 millones, mientras que sus ingresos anuales –y la mitad proceden del Estado– rondan los 230.000 millones. Es decir, cuentas imposibles de cuadrar, que ahora algunos pretenden sanear con una condonación tramposa, porque lo que dejen de pagar las CCAA –ya sea Cataluña o las que lo consigan– al Estado lo sufragarán todos los ciudadanos, incluidos los de las comunidades beneficiadas que, eso sí, sobre todo si resulta gratis, volverán a pedir más dinero. Es el himno común de unas CCAA tan necesarias como insaciables: «Todos queremos más» y «la vida es interés/el mundo ambición», remataba la melodía del ginecólogo del tango en la voz prodigiosa de Amaya.
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