Mar en calma

El amor cura

Es sorprendente que quienes se oponen a dar la oportunidad de vivir a hijos tan deseados sí apoyen el aborto

Nada hay tan poderoso como el amor. Nos ayuda a desplegar nuestras alas, a sanar cualquier herida, a llenarnos de fuerza y coraje… algo desconocido, por cierto, cuando existen carencias afectivas.

El caso de Ana Obregón no ha dejado indiferente a nadie. Cualquiera puede imaginar que Ana no ha tomado una decisión tan importante, firme y perdurable, sin tener asegurada una sana crianza y educación para la recién nacida. Está claro que a esa niña no le faltarán atenciones, cuidados y lo más necesario y vital: amor.

Tener la oportunidad de dar vida es un milagro, tanto para convertirte en madre como para contribuir a que una persona o una pareja pueda criar, educar, amar… una vida. Es lógico que ese sacrificio tenga un coste: el que la gestante elija ya que ella, libremente, es la responsable de tan difícil y meditada decisión.

Lo denunciable es que los procesos se alargan y complican por no estar regulados, con el riesgo de perder todo lo invertido en el sueño de traer al mundo un nuevo ser.

Hay que frenar el despiadado negocio que juega con bebés, gestantes y padres esperanzados que invierten hasta lo que no tienen para cumplir su sueño.

Es sorprendente que quienes se oponen a dar la oportunidad de vivir a hijos tan deseados sí apoyen el aborto, sabiendo que a la que verdaderamente traumatiza es a la mujer, porque es muy probable que en algún momento de su vida se arrepienta de haberlo llevado a cabo.

Es un asunto polémico, con muchas perspectivas, que abre también el debate de los hijos por inseminación artificial o fecundación in vitro, que, ya mayores, aseguran que no son el sueño de nadie y quieren ver al menos el rostro de su padre... Peliagudo, pero el amor todo lo cura.

Pienso que dar vida y recuperar a su vez un millón de sueños truncados no merece ser juzgado con tanta dureza.