Opinión
El antisemitismo de la Alcaldesa Colau
«La señora Inmaculada Colau ya es sabido que es la alcaldesa de una gran metrópoli como Barcelona pese a no ser la ganadora en las pasadas»
Ya es sabido que la política exterior es una de las políticas consideradas como de «Estado» por antonomasia, junto a las de « Seguridad y Defensa», entre otras, pero eso no obsta a que otras instituciones –muy especialmente los Ayuntamientos de grandes ciudades–, hagan hermanamientos con otras capitales así como pronunciamientos públicos expresando su posición oficial acerca de cuestiones que consideran de particular interés para su ciudad y sus ciudadanos. La señora Inmaculada Colau ya es sabido que es la alcaldesa de una gran metrópoli como Barcelona pese a no ser la ganadora en las pasadas elecciones, donde se presentó a la reelección, gobernando hasta ahora gracias al apoyo del otra vez candidato del PSC. Pese a que el código ético de los comunes establece la norma de un máximo de dos mandatos, ella y una teniente de alcaldesa suya, han sido exceptuadas de esa norma ética – «hecha la ley hecha la trampa»– y se presenta ahora a un tercer mandato, y ha debido considerar que a falta de otras realidades que presentar a los barceloneses ha elegido a Israel como trofeo. Así de las 23 ciudades de todo el mundo con las que Barcelona mantiene vínculos con acuerdos de hermandad, ha elegido para suspender el hermanamiento, a San Petersburgo –por la guerra de Ucrania–y a Tel Aviv por la política de Israel hacia los palestinos en los «territorios ocupados». Sin entrar ahora a considerar el caso de la preciosa capital rusa, resulta llamativo, como poco, el caso de Tel Aviv, muy especialmente por las razones invocadas, que por desgracia transmiten un tufo de antisemitismo declarado. El Estado de Israel es un Estado democrático, lo que ya es una excepción en el paisaje de aquella convulsa zona donde no escasean dictaduras autocráticas diversas que no brillan precisamente por el respeto a los derechos humanos. En Israel conviven casi dos millones de ciudadanos de origen palestino que tienen representación parlamentaria en la Knesset. Sin ignorar la especial complejidad de la situación que se vive allí, lo cierto es que esa población se ha multiplicado por diez respecto a los que se quedaron en 1948 con ocasión de la partición de Palestina y la creación del Estado de Israel por la ONU. La izquierda en general es afín a esa causa pese al terrorismo de alguna organización que la defiende con esos métodos, lo que debería no olvidar la señora alcaldesa. Mejor que ella con su antisemitismo, defiende los intereses de los madrileños su presidenta Isabel Díaz Ayuso, ahora de visita en Israel para captar inversiones del pueblo judío.
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