Insensateces

Arigato

En estos tiempos en los que mucha gente no quiere ser español, lo de Nakamae desata una ternura infinita

En la década de los 80, un japonés llegaba a una habitación del Colegio Mayor Santa Cruz de Valladolid. Sus compañeros le cogieron enseguida cariño y le dejaron integrarse como observador internacional en la «Real Academia de Altos Estudios para el Fomento, Consumo y Degustación de Caldos y Licores del País». Los miembros académicos, muy estrictos con sus normas, se fueron reuniendo desde entonces una o dos veces al año. Había que mantener un nivel a la altura de muy pocos. Hace unos días, se juntaron de nuevo en Covarrubias, Burgos, y estaba el japonés, que había conseguido, por méritos propios, la consideración de miembro académico numerario del grupo amante del vino. Ese japonés se llama Takahiro Nakamae y desde Noviembre de 2022 recibió las credenciales de Embajador del Japón en España.

Nakamae se ha pasado estos años pateándose España de arriba a abajo. Pero de una manera entregada. Ha sido un turista patrio. Como si fuera un español que quiere conocer su tierra palmo a palmo. Como esos extranjeros que se pasan el verano aquí, o la Semana Santa, o cualquier evento con denominación de origen, armados con una mochila pequeñita y los ojos muy grandes.

No ha dejado pasar una feria, unas fiestas, una romería. Se ha entregado a nuestros bares, a nuestra comida, a nuestra vida por completo. Y lo ha hecho con esas maneras niponas tan extraordinarias y finas pero con el paladar que tenemos por aquí. Ahora se jubila, finaliza su misión, pero podemos decir que su inmersión a todo lo nuestro ha sido dedicada y feliz. El otro día se despidió desde Barajas. Y fue una pérdida.

En estos tiempos en los que mucha gente no quiere ser español, lo de Nakamae desata una ternura infinita. Servidora, que se siente manchega más que otra cosa, que no lleva pulseritas rojigualdas ni se pelearía con un independentista porque la patria es algo que se lleva por dentro sin imposiciones, quiere agradecerle a ese señor bajito y enamorado de esta tierra su dedicación y su cariño. Contemplar cómo nos ven desde fuera es, a veces, una especie de tratamiento anti arrugas.

Domo arigato gozaimasu, Señor Nakamae. Que sepa Vd que es uno de los nuestros.