Parresía
Asignaturas pendientes
Entretanto, en los tribunales, se avecina un otoño igualmente complejo para el entorno del presidente del Gobierno
Qué cansino se nos presenta septiembre, amigos. Con un Gobierno que, de entrada, reaparece con una pesada mochila de asignaturas pendientes, problemáticas: ahí siguen la creciente crisis migratoria sin resolver, los problemas diarios de las líneas ferroviarias, los precios imposibles de las viviendas, la ley de Amnistía con sus recursos o la financiación singular para Cataluña, que ha propiciado la investidura del socialista Illa y el consiguiente enfado del resto de las Comunidades. El asunto traerá aún más bronca en los próximos días, cuando veamos a los presidentes autonómicos mover ficha en La Moncloa. La ministra María Jesús Montero no ha sabido o no ha querido explicarnos esta semana qué se trae exactamente entre manos el Ejecutivo con Cataluña. ¿Por qué lo llaman solidaridad cuando son privilegios?
Ahí sigue también el presidente Pedro Sánchez, sin mirar atrás, aferrado a La Moncloa y con su núcleo duro de confianza cada vez más reducido. A los españoles nos anuncia que los más ricos pagarán más impuestos y se cree que ese titular demagógico nos dejará tranquilos, cuando una gran mayoría sabemos que el grueso del dinero recaudado por Hacienda sale de las arcas de los de siempre: rentas medias y pensionistas.
Acaba de colocar a José Luis Escrivá en el Banco de España –¿qué credibilidad tendrán a partir de ahora los informes de esa entidad sobre las pensiones?– y de aprobar la petición de ERC de que un economista como Jordi Pons, teórico catalán del «España nos roba», ocupe allí un sillón de consejero. Muy llamativo que se acepte la visión de Pons en esa institución concreta, aunque también muy en la línea de lo que podemos seguir esperando de las alianzas de este Gobierno con el independentismo catalán para sobrevivir.
Entretanto, en los tribunales, se avecina un otoño igualmente complejo para el entorno del presidente del Gobierno. Ésta que os escribe sabe de alguien que, en plena crisis existencial, ha hecho de incógnito el camino de Santiago este verano. Y no es Pedro Sánchez. Espero que haya acumulado paz para afrontar las próximas semanas en los juzgados.
Eso sí, los magistrados están de enhorabuena, ahora que se ha renovado el CGPJ y cuentan con una mujer verdaderamente independiente al frente del Tribunal Supremo. Isabel Perelló, al contrario que el Fiscal General del Estado, no ha sido nombrada por un partido político y, por lo tanto, aterriza en lo más alto del Poder Judicial con una credibilidad indiscutible, haciendo historia y pidiendo respeto al trabajo de los magistrados. Viendo la foto de la actual cúpula judicial española, dan ganas de abrazar a las dos únicas presencias femeninas. A ver quién les discute a ellas lo del techo de cristal.
✕
Accede a tu cuenta para comentar