Apesar del...
Balance lejano sobre Chile
La de Pinochet, como cualquier dictadura, es condenable, y Allende estuvo lejos de ser un demócrata ejemplar.
Si en España la izquierda agita el pasado de la Guerra Civil y la dictadura franquista, y acentúa su utilización para promover una agenda política en el presente, sería absurdo pretender que animara una visión equilibrada sobre el Gobierno de Salvador Allende y la dictadura de Pinochet. Un balance objetivo y reconciliador se halla quizá tan lejano en Chile como en nuestro país.
Por ejemplo, Juan Carlos Monedero insultó en Twitter al periodista hispano-chileno John Müller, lo llamó «basura», y comparó su sensibilidad con la de «los asesinos de Víctor Jara». Pero Müller no aplaudió a Pinochet: habló en ABC de «un cruento golpe de Estado», que, añadió, «acabó con las ilusiones de quienes pensaban que la dictadura del proletariado podía ser compatible con la democracia liberal».
Allende llegó al poder democráticamente, pero su objetivo fue imponer el socialismo, como afirmó su ministro Vuskovic: «poner fin a la propiedad privada de los medios de producción». No lo logró del todo la Unidad Popular, aunque lo intentó. Se produjeron masivas nacionalizaciones y expropiaciones, aumentó el gasto público financiado con emisión monetaria, se dispararon el déficit y la inflación, y las autoridades controlaron los precios, con el previsible resultado de la escasez de bienes de primera necesidad y un acusado empobrecimiento del pueblo. También el Gobierno de Allende quebrantó las garantías constitucionales y democráticas, que se había comprometido con la Democracia Cristiana a respetar, como fue denunciado por la oposición en el propio Congreso chileno antes del golpe.
Esto no significa celebrar dicho golpe, ni negar la intervención de EE UU, que, dice Müller, «había empezado a maniobrar secretamente para evitar la elección de Allende». Mary A. O’Grady, muy crítica con Allende, subrayó las violaciones de los derechos humanos de la dictadura pinochetista, y reconoció en el Wall Street Journal: «En plena Guerra Fría, Washington contribuyó con los grupos chilenos opuestos a Allende, mientras que la KGB y La Habana lo respaldaron». No participó directamente, en cambio, la CIA en el golpe, como lo indican documentos oficiales últimamente desclasificados.
En suma, la de Pinochet, como cualquier dictadura, es condenable, y Allende estuvo lejos de ser un demócrata ejemplar. Pero deberá pasar el tiempo para que a los amigos de la libertad, como a Chaves Nogales, no nos fuercen a optar sólo entre sus enemigos.
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