Editorial

Los barones del PSOE prefieren ir por libre

Que los proetarras de Bildu y los separatistas de ERC hayan acaparado la resonancia y el rédito de la reciente Ley de Vivienda cargan de razones a esos barones que prefieren a un Pedro Sánchez en la distancia

El escenario electoral en el país está servido desde hace semanas y lo condiciona todo. Serán meses de precampaña ante unas citas cruciales para la nación que se juega dejar atrás el probablemente gobierno más nocivo de la historia reciente que lega una democracia decadente, una institucionalizada perdida y una economía desfondada. Los sondeos han definido con nitidez y contumacia un reparto de fuerzas favorable a la alternativa del Partido Popular y adversa para la izquierda en general, que recoge el fruto amargo de una desafección consolidada por parte de una mayoría social deprimida cuya vida se ha desmejorado de la mano de los socialistas y los populistas en el poder. El reto de los primeros pasa por frenar la dinámica declinante de su intención de voto para intentar retener el mayor poder territorial y local posible de todo lo que se renueva en las elecciones autonómicas y municipales. Para todos los candidatos, pero más todavía para los que aspiran a revitalizar sus opciones, tan relevante es acertar como no equivocarse y en ese sentido la estrategia y los mensajes, lo que se habla y lo que se calla, no resulta baladí en el examen que los aguarda frente a los ciudadanos. Los barones territoriales socialistas, conscientes de lo heterogéneo de los cuerpos electorales en el estado autonómico, necesitan minimizar los efectos secundarios de las estrategias. Exponerse en demasía con según quién y cómo puede ser imperativo en el caso del presidente del Gobierno, pero no conveniente ni siquiera deseable en la batalla electoral por las comunidades y las corporaciones locales. La Convención Municipal del PSOE en Valencia de este fin de semana, anunciada como la cita más relevante de su precampaña y en el que se ha formalizado la oferta marco socialista, ha sido una oportunidad para testar el pulso interno y la relación entre Moncloa y Ferraz con sus delegaciones. El plante general de los barones a un encuentro presuntamente clave, con la intervención estelar de Pedro Sánchez, es un termómetro que registra problemas. A estas alturas, algunos o todos los ausentes en la cita de la capital del Turia, que deben pasar en unas semanas la reválida de la gente, transmiten con sus hechos que la figura de Pedro Sánchez no suma lo suficiente. Una espantada de ese calibre no se puede normalizar. Las razones de agenda son grotescas. Veremos en las próximas semanas el volumen y la intensidad de la presencia del presidente del Gobierno en los mítines para calibrar si los aspirantes autonómicos y municipales se han reafirmado en lo de ir por libres y marcar distancia con la acción del gobierno, sobre todo con los socios y las trifulcas que jalonan a la coalición. Que los proetarras de Bildu y los separatistas de ERC hayan acaparado la resonancia y el rédito de la reciente Ley de Vivienda cargan de razones a esos barones que prefieren a un Pedro Sánchez en la distancia.