Biblioteca Harley-Davidson

Bestialidades

Los acuarios son muchas veces decepcionantes. Las mascotas que se hallan en su interior no ladran para avisarnos cuando un extraño viola nuestro domicilio

¿Me odiarán si digo que los animales no me emocionan más que superficialmente? Me fascinan y me conmueven, pero hay tal abismo en el contacto visual con ellos que interpreto como un enorme ejercicio de autosugestión, por parte humana, considerar profundas las sensaciones emocionales que nos puede ofrecer su compañía.

He sido responsable a lo largo de mi vida de perros, gatos, periquitos, peces de colores y un sinnúmero de mascotas y animales domésticos que han convivido en casa en singular coalición de mascotas. Los he querido a todos, pero siempre he tenido claro que esa sensación de cariño era una proyección propia. La segregación afectiva que ellos pudieran tener hacia mí era absolutamente ignota. Algo seguramente cierto, pero imposible de detallar, al no habitar nosotros el interior de su sistema neurocognitivo.

Los propios animales de compañía no ayudan a aclararlo con su variedad de perfiles: algunos son muy interactivos y otros encarnan el verdadero epítome de la indiferencia. Supongo que la Ley de Bienestar Animal clarificará todo eso y establecerá una taxonomía para graduar las mascotas, los animales domésticos, las retraídas serpientes pitones de poca conversación (y su engreída condescendencia) o las claras diferencias sociales entre el pijo ratón blanco de laboratorio y la rata de cloaca. Imaginen qué sucederá cuando surja un conflicto como el que se decide hoy en el acuario de los diputados.

Los acuarios son muchas veces decepcionantes. Las mascotas que se hallan en su interior no ladran para avisarnos cuando un extraño viola nuestro domicilio, ni mueven la cola para expresar su alegría cuando llegamos de vuelta a casa. Desde ese punto de vista, no puedo evitar preguntarme: ¿si el gato hogareño intenta establecer, tal como hoy, unas relaciones de depredación con el contenido de la pecera, en qué posición me coloca eso como responsable de la alimentación de tal coalición de mascotas? ¿Vulnera eso la ley de bienestar animal? ¿Me traslada algún tipo de responsabilidad jurídica?