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Bruselas

El huracán populista se instala en Europa

Los ultraderechistas Matteo Salvini y Marine Le Pen, presidenta del Frente Nacional (CFN). Foto: Efe
Los ultraderechistas Matteo Salvini y Marine Le Pen, presidenta del Frente Nacional (CFN). Foto: Efelarazon

En apenas dos décadas, los partidos populistas han pasado de ser un fenómeno marginal en Europa a convertirse en un actor más del escenario político en la inmensa mayoría de países de la UE. La tradicional división izquierda-derecha ya es historia y ha sido sustituida por una feroz batalla entre globalistas y soberanistas.

El discurso político comenzó a cambiar tras los atentados del 11-S. La necesidad de reforzar la seguridad nacional frente a la amenaza terrorista obligó a los Gobiernos a recortar los derechos civiles de unos ciudadanos que ya no se sentían a salvo. De ahí que el chivo expiatorio que encontraron los partidos populistas y de ultraderecha fueran los inmigrantes. A partir de entonces la inmigración y la integración de los extranjeros, así como la identidad nacional, han centrado las campañas electorales de Dinamarca a Austria.

La Gran Recesión que arrancó en 2008, así como las crecientes desigualdades sociales que crearon las políticas de austeridad durante la crisis del euro, sirvieron de argumento para que los movimientos anti «establishment» tanto de derechas como de izquierdas arraigaran en el sur de Europa. Syriza y Amanecer Dorado en Grecia, Podemos en España o La Liga Norte y el Movimiento 5 Estrellas en Italia responsabilizaron a Bruselas y al Banco Central Europeo (BCE) del paro masivo y la crisis económica. La «troika» y la globalización se convirtieron así en los nuevos enemigos a batir. Pero el mazazo final contra el sistema de partidos dominante en Europa desde el final de la II Guerra Mundial lo asestó la crisis de refugiados de 2015, que ha despertado los sentimientos xenófobos incluso en países que no han acogido ninguno, como Polonia, Hungría o la República Checa.

Ruth Wodak, profesora de la Universidad de Lancaster, distingue entre un populismo de derechas, que prevalece en el norte y centro de Europa y que ataca a las «élites» en cuestiones nacionalistas o muy conservadoras, y su primo de izquierdas, más presente en el sur, que se centra en el capitalismo y la globalización cuando critica al «establishment». «Luego están los países del este, donde los movimientos de refugiados realmente desencadenaron enormemente el auge de los partidos populistas y extremistas de derecha», resume.

Sin este clima ultranacionalista y xenófobo no podría explicarse la mayor victoria que el populismo se ha apuntado hasta la fecha en el Viejo Continente: la victoria del Brexit en el referéndum del 23 de junio de 2016. Azuzados por una campaña delirante en la que los «brexiters» enarbolaron mentiras como la inminente adhesión de Turquía o los 400 millones de euros semanales extra que dispondría el Servicio Nacional de Salud, un 51,9% de la población votó a favor de abandonar la UE, frente a un 48,1% que apostó por la permanencia.

El Brexit y la posterior llegada de Donald Trump a la Casa Blanca despertaron el entusiasmo de los ultras europeos, cuyos máximos exponentes (Matteo Salvini, Marine Le Pen y Geert Wilders) se reunieron en Coblenza (Alemania) en enero de 2017 para vaticinar una «primavera patriótica» tras su triunfo. Si bien solo el xenófobo italiano ha llegado al poder de la mano de los «grillinos», lo cierto es que los partidos ultraderechistas han dejado de ser aquellos apestados con los que no quería pactar nadie. Además de presidir los gobiernos de Hungría, Polonia, República Checa e Italia, son socios de coalición en Finlandia, Noruega, Austria y Bulgaria y principales aliados parlamentarios del Ejecutivo en Dinamarca. En cualquier caso, más allá de alcanzar el poder, los populistas ya han triunfado al imponer su agenda en el debate nacional y acabar con lo políticamente correcto. «Se han roto algunos tabúes y ahora parece que está bien decir ciertas cosas muy discriminatorias, incluso sin un gran escándalo», destaca Wodak.

Amenazada existencialmente por los populistas, la UE afronta unas inminentes elecciones europeas en mayo que escenificarán el enfrentamiento entre quienes desean volver a las fronteras nacionales y los europeístas que quieren profundizar en la integración. El máximo representante de estos últimos es Emmanuel Macron, que apela a «dar la batalla contra aquellos que odian Europa». Para el presidente francés, el populismo «es como una lepra que se extiende por el Viejo Continente, en países que nunca pensamos que fuera a ocurrir otra vez, en países vecinos».

pgarcia@larazon.es