No es lo que parece
El globo del nuevo pacto de Estado
El PP advierte de que las decisiones las tiene que tomar el Parlamento, y que está bien que haya un concierto social, pero que no se puede privar a las Cortes de su función legislativa, y más cuando se supone que por medio hay reformas de alcance. Y en ese Parlamento es difícil que su "no"a las políticas que propugna el PSOE se mude en "sí". Los sindicatos empiezan a cabrearse porque el Gobierno no acepta, porque no puede, no porque no quiera, sus exigencias, en un "deja vu"del pasado. Y los empresarios se huelen el papel de comparsas y dicen que no están para marear la perdiz. Esto es lo que sostienen unos y otros sin cámaras ni micrófonos delante. Es verdad que el Gobierno necesita más que nunca a los sindicatos, para recuperar a parte de su izquierda cabreada; y que los sindicatos necesitan más que nunca al Gobierno para no verse abocados a convocar una huelga general que por adelantado saben que será un fracaso. Y si de paso mantienen sus privilegios en la negociación colectiva mejor que mejor... Con estos mimbres, ¿quién puede confiar en que el pacto, si lo hay, tendrá el alcance y la entidad que exige la gravedad de la situación? Ojo, porque de momento los sindicatos están tensando y tensando la cuerda. Ojo, porque teóricamente hoy el acuerdo está más lejos que ayer. Y ojo, porque sindicatos y mercados juegan en direcciones opuestas.
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