No es lo que parece
Un mal día..., para todos
Hoy en el Congreso se han certificado dos cosas: que el Gobierno apenas puede gobernar y que la oposición no está dispuesta a construir nada con él. ¿Cómo entonces se van a poner en marcha esas reformas estructurales que ya demandan prácticamente todos los grupos parlamentarios? ¿Cómo va el Gobierno a presentar una reforma laboral integral y sólida cuando el lunes se confirme el fracaso del diálogo social? ¿Cómo va a aprobar unos Presupuestos acorde a ese teoría "churchilliana"de los sacrificios, tan manoseada de palabra y tan poco practicada? ¿Cómo va el Gobierno a liderar la necesaria reestructuración del modelo productivo y de la Administración para que España supere su anemia en competitividad y en productividad? ¿Cómo va a imponerse a las comunidades autónomas un techo de gasto y un adelgazamiento de su masa clientelar?... Ninguna de estas preguntas tiene respuesta a día de hoy. Blanco y Rubalcaba paseaban esta mañana por los pasillos del Hemiciclo cabizbajos. Mientras que los de la bancada popular se multiplicaban para airear el mensaje de que ha llegado el final de Zapatero. Bien, pero ¿y ahora qué? Si algo ha quedado claro es que CiU tiene la llave de las próximas elecciones generales y abrirá la puerta o la cerrará según le venga mejor, una vez que se conozcan los resultados de las próximas catalanas. Realmente el escenario es como para echarse a temblar. Al terminar el Pleno, un veterano diputado se desahogaba: "Los ciudadanos nos tendrán que poner a todos en nuestro sitio". El problema es que para entonces sea demasiado tarde. Y que la herencia no va ser mala, sino lo siguiente.
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