El buen salvaje

Bótox intelectual

Pedro estuvo a la altura de lo que se esperaba, que era la nada, esa bajamar donde se encuentran la flotilla de Gaza y los chulos de las saunas

Hay gente que se entromete en el sueldo de Pepa Bueno. Envidia. Unos 265.000 euros al año por hacer un telediario afín y una entrevista, a la que llaman masaje, al presidente del Gobierno, no merece menos dinero. Con ese emolumento uno duerme más tranquilo, incluso contento. Qué no daría yo, que cantaba Rocío Jurado. Pepa hizo un buen trabajo a la altura de las expectativas de su jornal, trazó una montaña rusa que acabó en la pregunta final que bien merece incluso una propina. «Usted ha sido víctima de una campaña de deshumanización», claro, para acabar no había que preguntar sino desplegar con la lengua la alfombra roja para la respuesta. Entonces, Pedro Sánchez, la cara chupada por las circunstancias, la frente helada como un escenario de «Doctor Zhivago», diríase que de bótox herido, se puso a lo suyo, que es lo que estaba haciendo desde el principio, pero con el disimulo de un ñu que espera a un león de mentira.

Creo que los asesores de Moncloa se han equivocado al evaluar los cánticos hacia Pedro Sánchez, que lo han convertido en la canción del verano con un insulto de final de Champions, tampoco hay que exagerar. No había que hacerse la víctima, pobres, sino sacar pecho por ser el faro pop del momento. Es cierto que el presidente puede estar deshumanizado, pero para bien. Andy Warhol habría sacado rédito de este momento friqui. Pedro Sánchez es Bad Bunny con menos masa muscular y los testículos hacia dentro, que es lo que nunca debe hacer un o una gobernante.

No voy a entrar en si estaba más deshumanizado Rajoy, Bárcenas o Rita Barberá, tan humana que se murió. Sí, se murió. Pedro estuvo a la altura de lo que se esperaba, que era la nada, esa bajamar donde se encuentran la flotilla de Gaza y los chulos de las saunas, los escombros del sistema que queremos perpetuo. En las noches de insomnio, Madrid se llena de almas de náufragos, es lo que Sánchez y sus acólitos no entienden. Eso sí es inhumano. Hipócritas.