«De Bellum luce»
La calle es de Ayuso y Ayuso está con Feijóo
Su principal ventaja sobre sus adversarios de la izquierda, incluso de Vox, es que ella sí viene de barrio
Isabel Díaz Ayuso sigue siendo una política que va a contracorriente. Cuatro años después de haber llegado a la Puerta del Sol, derrumbando todas las quinielas, y venciendo la falta de confianza en ella de su propio partido, no ha perdido el desparpajo de Chamberí ni su naturalidad para moverse por la calle como si fuera una vecina más. Si se tercia, se puede parar a tomarse una cerveza, sin alcohol, en Los Timbales o dar réplica en mitad de la calle a una conductora de un Uber que todavía se le queja de que no se la deje parar en el carril bus.
A Ayuso intentó derribarla quien pasó de ser su amigo a ir predicando por las tertulias de los postres madrileños que aquella que se lo debía todo a él, supuestamente, ahora debía caer por atreverse a no dejarse mangonear desde Génova como presidenta autonómica. Dijeron de ella, los que se reivindicaban como sus mentores, que iba a ser imputada, y los tribunales les desmintieron, o que estaba desequilibrada, con esa apostilla machista de que nosotras soportamos peor la presión «por las hormonas».
Pero fueron los celos mal administrados los que tumbaron a Casado, y hoy Ayuso duerme poco, aunque intente aguantar hasta las seis de la mañana en la cama, y no es por ansiedad, como dirían los de Pablo, sino por esa hiperactividad que provoca la ilusión en la campaña a la que se enfrenta. Hoy tiene al alcance de su mano la mayoría absoluta en Madrid e irá a las elecciones con una docena de retos con los que se comprometerá ante los madrileños. Está en la calle, escucha, y le preocupan las dificultades de los jóvenes para emanciparse, los efectos de la tecnología en los chicos de instituto, y, si te descuidas, te da una lección sobre los males que afectan a la sociedad en EE UU o sobre el pulso Washington-Pekín.
Su principal ventaja sobre sus adversarios de la izquierda, incluso de Vox, es que ella sí viene de barrio. Sabe lo que es no llegar a fin de mes, compartir piso para conseguir emanciparte, y está acostumbrada a ir al mercado, no para posar, sino para hacer la compra de su casa, echando cuentas de hasta dónde se puede gastar. La aplauden en Vallecas y la aplauden igual los camareros de un bar de Chueca que los directivos del Ibex. Y a quien le saca el tema de Feijóo, la respuesta que le va a caer es que, después de mayo, todo el partido debe colocarse detrás de él para impulsarle a La Moncloa.
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