Tomás Gómez
El camino despejado de Feijóo
Ciudadanos ha dilapidado por completo su marca y el poco patrimonio político que le quedaba.
Ciudadanos ha dilapidado por completo su marca y el poco patrimonio político que le quedaba. La mayoría de sus votantes volverán de nuevo al PP, no solo por rechazo a la política de Sánchez en Cataluña sino, también, por la aversión hacia los socios del PSOE.
La única incógnita que le queda al líder popular es si Vox mantendrá sus apoyos electorales o entrarán en una fase de lento declive. Operaciones como la que pretenden de Ramón Tamames parecen propias de una organización desesperada, pero también es cierto que los dirigentes de extrema derecha no juegan política bajo las reglas al uso.
Mientras que parece que la derecha avanza hacia un nuevo proceso de convergencia, la izquierda anda enredada en varios líos.
Al margen de los problemas que genera el ejercicio del gobierno a cualquier formación, la inexperiencia y el afán mediático de Podemos, junto al ansia de supervivencia a cualquier precio que ha demostrado Sánchez, están dando el espectáculo más lamentable que podía ofrecer el gobierno de coalición.
Nadie en la izquierda sale ganando. El sello de insolvencia ha quedado marcado a fuego en los morados, pero la carrera entre PSOE y Podemos por cerrar filas con el resto del bloque de investidura hace daño por igual a ambos partidos.
La imagen que se proyecta es la de ingobernabilidad, improvisación y desastre. Corren tiempos de incertidumbre y la sociedad penaliza con más rigor que en otra coyuntura los errores, pero lo que no perdona es un gobierno mirándose el ombligo e inmerso en luchas de poder entre ellos.
Después de un largo historial de desencuentros, de la crisis de la Ley del “solo sí es sí” y de las fricciones para sacar adelante la ley de bienestar animal, la sociedad española solo ve a dos socios enfrentados en una empresa que se va a pique.
Moncloa tenía otras expectativas. Cerrando con el independentismo catalán antes de acabar el año 2022, con los datos económicos mejor de lo esperado, la subida de las pensiones y la presidencia europea en ciernes, solo tenía que dedicarse a hacer campaña electoral durante los primeros cinco meses para apuntalar las municipales y coger impulso para diciembre.
La estrategia no era sencilla, máxime con el desgaste que acumula Sánchez, pero tenía mimbres sobre las que construirse. Ahora, las cosas se han complicado, no solo para el PSOE, también para Podemos y Sánchez necesita a sus socios fuertes. El camino de Feijóo se ve despejado.
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