El canto del cuco
Campaña contra el Rey
Leonor es hoy la garantía de la continuidad monárquica, mientras el rojerío pregona estos días por las esquinas que su padre será el último rey de España
La extrema izquierda en el poder y las fuerzas separatistas del País Vasco y Cataluña aprovechan el décimo aniversario del acceso al trono de Felipe VI para montar una campaña, más o menos ruidosa, contra la Monarquía. Les estorba el Rey por su carácter aglutinante de la España constitucional. Ocurre esto cuando la institución alcanza altas cotas de popularidad y aprecio a partir de la abdicación y el relevo. La delicada operación sucesoria fue llevada a cabo con esmero y acierto por populares y socialistas, encabezados respectivamente por Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba. Un buen servicio a la nación. Fue el último gran acuerdo de Estado entre las dos principales fuerzas políticas, antes de que, con Sánchez, se desataran las hostilidades y se levantaran muros.
Llegamos a esta redonda efemérides del décimo aniversario con más entusiasmo monárquico en la derecha que en la izquierda. Eso no es sorprendente, sobre todo teniendo en cuenta la deriva actual del PSOE en manos de Pedro Sánchez, que se sostiene en el poder por el apoyo de comunistas y separatistas, enemigos irreconciliables de la Monarquía y de la Constitución. Estos días, aprovechando la histórica ocasión, el viejo partido del puño y la rosa ha mostrado su alma republicana. Han sido llamativas, por su evidente significado, la colaboración socialista para impedir nombrar a la princesa Leonor hija adoptiva de Mallorca o, más grave aún, su pasiva aceptación en Navarra de las infamias de Bildu contra la institución monárquica. Y, lo que es peor, abundan las desconsideraciones del presidente Sánchez al Rey, algunas de considerable gravedad. En la cuestión monárquica, como en otros asuntos públicos, el sanchismo juega con dos barajas.
En vísperas del décimo aniversario de su coronación, el Rey se ha visto obligado a firmar, «velis nolis», la ley de Amnistía a favor de los golpistas catalanes, a pesar de que contradecía su histórico mensaje del 3 de octubre de 2017 por los gravísimos sucesos de Cataluña, que fue el acto más importante de su reinado hasta ahora. Una dura prueba, casi tanto como la forzada expatriación de su padre, el anciano rey Juan Carlos. Si hubiera que elegir el hecho más positivo y esperanzador de este agitado primer decenio de Felipe VI, uno se quedaría con la mayoría de edad y la solemne jura de la Constitución de la princesa Leonor, con la extraordinaria acogida popular a su joven y espléndida figura. Leonor es hoy la garantía de la continuidad monárquica, mientras el rojerío pregona estos días por las esquinas que su padre será el último rey de España.
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