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Carpe Diem

Prolongar la agonía dos años más es técnicamente factible, pero creará unos destrozos en la maquinaria estatal que pagaremos todos

Nunca sacrifiquéis el presente a un futuro que lo supedita todo a un sentido histórico final. La demanda de ese sacrificio es el opio del pueblo del siglo XXI. Pedro Sánchez, por mucho que quiera, no podrá evitar ya, haga lo que haga, pasar a la historia como el presidente más prescindible desde que se instauró la democracia en nuestro país. Incapaz de darnos unos presupuestos en toda la legislatura, cercado por los casos de corrupción de sus colaboradores íntimos en las más altas instancias, intentando cargarse la separación de poderes que nos defiende a los ciudadanos de los abusos del poder político, etc.

Sin salida ya para su biografía política, va a aducir que debemos tragar con todo ese presente insufrible porque, si lo desalojamos del poder con nuestros votos, la derecha traerá retroceso de logros democráticos. Es decir, nos pedirá que soportemos un presente intragable a cambio de un imaginario futuro que asegura nos traerá él y del que no tenemos ninguna prueba sólida y fehaciente. Pero sus capacidades proféticas son indefendibles. La gente ya no cree en su persona, tal como demuestran los sondeos. Ha mentido demasiado. Frente a esa realidad que comprobamos cada semana en la opinión pública, un estadista democrático y honesto fiaría la decisión al veredicto del pueblo a través de unas elecciones.

Prolongar la agonía dos años más es técnicamente factible, pero creará unos destrozos en la maquinaria estatal que pagaremos todos. Dejará, además, desacreditada para mucho tiempo la idea de una izquierda que no sea puro cuento. Y para la estabilidad de nuestro sistema político necesitamos una izquierda coherente, fiable, que encarne seriamente las inquietudes de una parte de la población. No nos podemos permitir que los jóvenes vean esa vieja idea como una simple excusa de oportunistas profesionales. Resumiendo: carpe diem, pidamos el presente. Necesitamos estadistas, no mesías y profetas vacíos por dentro.

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