El canto del cuco

La carrera vasca

En estas elecciones se comprobará seguramente que el PNV de Ortúzar está de capa caída

Arranca la carrera de las urnas en el País Vasco. Todo está ya dispuesto. En el resto de España no despierta mucho interés el acontecimiento. Se ve como algo peculiar, lejano, que tiene poco que ver con las inquietudes generales ni con el ruido estridente de la política nacional. Sin embargo, pensándolo bien, lo que ocurra el 21 de abril allí, a pesar de su evidente peculiaridad, puede afectar al conjunto de la colectividad, cargada de historia y de sobresaltos.

En apariencia todo se reduce a ver quién gana, PNV o Bildu, primos carnales, del mismo caserío. Son fácilmente reconocibles como de la misma estirpe. Los dos aspiran a la independencia vasca, uno desde la derecha y el otro desde la izquierda. Ambos recogen y se aprovechan de la herencia violenta de ETA; pero, logrados ya los objetivos de las armas, ahora los dos aspiran a avanzar, sin prisa, en los objetivos políticos con la ayuda del Gobierno de España. También en esto coinciden: tanto EH Bildu como el Partido Nacionalista Vasco son socios del presidente Sánchez. Esa circunstancia saca a estas elecciones vascas del corralito propio y les da una dimensión nacional. El Partido Socialista sólo aspira a ser complementario de uno o de otro en Ajuria Enea a cambio de mantener el apoyo de los dos para seguir en La Moncloa. Un equilibrio difícil, pero posible. Casi todo depende de la generosidad de las concesiones que se hagan desde Madrid.

En estas elecciones se comprobará seguramente que el PNV de Ortúzar está de capa caída. Dicen que se ha quedado viejo, anticuado, y que las jóvenes generaciones le dan la espalda y se pasan a Bildu. Ocurre esto cuando la población vasca en general ya no aspira a la independencia, y menos la juventud que ni siquiera vivió la época del terror ni quiere saber nada. Todos desean pasar página. Eso explica en gran manera el vuelco que puede ocurrir el próximo día 21. Sólo falta que Sortu pida de una vez perdón y Otegui se aparte a un lado. El mundo de los negocios y, en general, la burguesía vasca han perdido entusiasmo por el PNV tras convertirse en sostén del sanchismo dejando en la estacada al Partido Popular, con la «traición» a Rajoy en la moción de censura y con el desaire destemplado a Feijóo después de ganar éste las elecciones. Y los errores se pagan. Ser cómplice del sanchismo tiene consecuencias. El PP, según los últimos sondeos, roza ya la mayoría absoluta. Esta carrera en el País Vasco no dejará a nadie indiferente.